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Zaragoza — San Francisco 245 convenientemente para el culto. El barrio estaba cambiando a pasos ver­ tiginosos. Habían llegado las nuevas edificaciones urbanas. Las pequeñas parcelas, alineadas en calles estrechas donde habitaban modestos propieta­ rios que daban al barrio un carácter muy familiar, estaban cediendo a la presión de las grandes constructoras que especulaban hábilmente con los solares. Como consecuencia de las nuevas edificaciones se instalaban nu­ merosas familias, dejando en minoría a las más arraigadas. El barrio se ha ido convirtiendo en una zona residencial de clases medias, bajas y traba­ jadoras. Esta nueva situación ambiental tenía que afectar al estilo de vida de nuestros religiosos, quienes desde su fundación se habían compenetrado profundamente con el pueblo. La misma forma de la residencia y las obras sociales que habían nacido en sus dependencias habrían impreso un carácter popular a la casa y a los frailes. Al transformarse el perfil del barrio, tenía que cambiar también el perfil de nuestra presencia, comenzando por el edificio. La orden poseía un solar bastante amplio en el que podía construirse perfectamente una iglesia nueva y una residencia para los religiosos. In­ cluso se pudo vender una parte del solar para financiar la obra proyectada. Los planos de la iglesia y de la residencia se deben al arquitecto Delso. La obra comenzó en julio de 1967 y fue terminada en octubre de 1969; consta de: a) Semisótanos, que fueron cedidos gratuitamente a la hermandad parroquial, a la que además la provincia hizo un aval para financiar las obras de estructuración y acomodación. La cesión se hizo para 20 años, compro­ metiéndose la hermandad a dedicar esa parte del inmueble a obras sociales, apostólicas y culturales. b) Iglesia, con cabida para unas 800 personas. c) Una planta con oficinas de la parroquia y salas de visita. d) Dos plantas dedicadas a residencia de los religiosos. En estos 25 años se ha ido transformando también nuestra forma de presencia en el barrio. Desde su fundación hasta la década del sesenta la preocupación principal de la comunidad fue el servicio espiritual de los habitantes y la solución de sus problemas sociales. Frutos de esta preocu