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234 Capítulo I I I — Fraternidades viles y a realizar en el piso los signos comunitarios, por ellos entrevistos en su proyecto de vida religiosa secularizada. Es complicado diagnosticar dónde comenzó el fallo. Posiblemente se trata de un caso típico de frater­ nidad correcta, que sufrió una evolución desorientada. El padre general aludió a esta fraternidad veladamente al tratar de las pequeñas fraternidades. Esta experiencia nunca llegó a madurez. Se quedó en eso, en experiencia, que llevó a un desenlace doloroso. Por el mes de mayo de 1974 vivía momentos penosos, anunciadores del desenlace y del cierre. La supresión quedó consignada formalmente en la definición del 14 de octubre de di­ cho año. Pero las suertes estaban echadas mucho tiempo antes. El caso sugería una reflexión comunitaria de toda la provincia sobre las pequeñas fraternidades; pero no se llevó a cabo. Aunque la lección de cosas era elocuente por sí misma. XVII. Z aragoza - san antonio de padua Querer abarcar la historia de esta fraternidad tan compleja en los últi­ mos 25 años, reduciéndola a unas pocas páginas es totalmente imposible. Por eso, vamos a tratar de insinuar algunas cosas más notorias. Sin embargo no nos referimos al quehacer individual de los hermanos que tanto ha llama­ do la atención de los zaragozanos y que en algunos casos ha sido recono­ cido públicamente como ha ocurrido con el P. Víctor de Legarda a quien se le concedió la medalla del trabajo, el P. Benito Aguinaga, galardonado con la medalla de la ciudad y el P. Ildefonso Goñi, a quien se le dedicó una calle (Elias de Limonar). Trataremos simplemente de señalar las líneas funda­ mentales de evolución, tanto de la fraternidad en sí misma, como de sus proyecciones apostólicas y sociales. Los hechos más significativos podrían ser: la organización de la frater­ nidad en el año 1950, que sigue vigente durante unos quince años, hasta que se producen dos hechos importantes, el concilio Vaticano segundo y la erección del santuario en parroquia (1965).