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228 Capítulo I I I — Fraternidades una orden tercera floreciente y el mantenimiento de amplios círculos de cristianos que vivían en la zona bajo el influjo espiritual de la casa. Así na cieron la cofradía de la penitencia (1951), vinculada a la TOF, cuya finalidad era acompañar al santo Entierro; la asociación juvenil franciscana integrada por chicas (1951), para la ayuda a los pobres; el ropero misional; la pía unión de san Antonio (1940), que sigue repartiendo aun hoy día cuantiosas limosnas. Tanto la cofradía de la penitencia, como el ropero, con una nueva proyección hacia los pobres, y la pía unión continúan hoy y mantienen una gran vitalidad, aunque el número sea notablemete inferior. El convento encontró también cauce para proyectarse socialmente. Fue ron en primer lugar las escuelas (1942), que pasaron por momentos difí ciles en numerosas ocasiones pero que han subsistido hasta su desvincula ción de la orden. En elias se formaron numerosos alumnos que carecían de medios económicos, sobre todo desde 1950 a 1965. Ha habido igualmente una atención constante a los pobres. Es tradicional el reparto de ayudas en dinero y en especie que se hace el día de san Antonio. El 13 de junio de 1951 se socorrió a más de 350 pobres. Se repartieron 125 kilogramos de arroz; 2.000 de alubias; 900 de patatas; 100 docenas de huevos; 350 kilos de pan. Y no se trata de un año especial. Aunque hayan cambiado en parte los víveres que se reparten, sin embargo todavía en estos últimos años la fiesta de san Antonio sigue siendo la fiesta de los pobres. El convento dis ponía también de un salón a través del cual se animaba la catequesis y se organizaban actos y veladas que despertaban el interés y el calor del pueblo. Entre las obras de carácter eminentemente social hay que destacar la hermandad ferroviaria, fundada en mayo de 1951 con 140 socios. Desde aquella época los capuchinos se han mantenido junto a los ferroviarios, donde siguen gozando de una gran simpatía. Aunque a la hermandad de Tudela le ha afectado la crisis de renovación y adaptación común a todas las hermandades, todavía hay un grupo de unos 60, al que asiste espiritual mente un religioso de la fraternidad. La proyección del convento en la ciudad y en los pueblos no se ha rea lizado única, ni exclusivamente a través de las obras. Las personas han jugado un papel importante. Son los mismos religiosos quienes con su sencillez, dedicación y simpatía han ganado el corazón de la gente. Habría que nombrar a numerosos predicadores y confesores. En la misma línea de difusión de la imagen capuchina no se puede
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