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Tudela 227 octubre habían concluido las obras de reparación que habían supuesto una inversión de más de un millón de pts. También se debe dejar constan­ cia de que la obra se ha hecho con excelente criterio, dando a la iglesia un carácter nuevo y funcional. Si las obras materiales realizadas en Tudela son de grandes proporciones, no lo son menos la actividad de la comunidad y el afán que los religiosos que han pasado por aquella fraternidad han puesto en la búsqueda de su propia identidad capuchina dentro de la ciudad. La fraternidad entró en el decenio de 1950 a 1960 con una gran tra­ dición apostólica. El convento ejercía un influjo poderoso en la vida es­ piritual de la pequeña ciudad del Ebro y en los pueblos del contorno. El cro­ nista de esa época deja fiel constancia de la actividad apostólica en las salidas que los religiosos hacían en las fiestas tradicionales de los pueblos para predicar y oír en confesión a los fieles. Pero la acción principal se centraba en la misma iglesia conventual. El ritmo religioso del año era sin duda similar al de otras comunidades. Con todo en Tudela se mantenía un fervor particular de la gente. Los momen­ tos de mayor atención y dedicación de los religiosos comenzaban en octubre con la novena de san Francisco de Asís, continuaban en noviembre con la novena de las ánimas, a la que asistían numerosos fieles. A finales de noviembre se iniciaba la novena de la Inmaculada. Después venía el ciclo de navidad y en el mismo, las 40 horas. A continuación el ciclo de cuaresma con la festividad de san José, caracterizada, igual que la fiesta de la Inmacu­ lada, por las confesiones multitudinarias. En el mes de abril la novena de la Divina Pastora, titular del convento. El mes de mayo dedicado a la Virgen, que los religiosos celebran con particular devoción. En junio la novena tradicional de san Antonio que culminaba con un gran acto de­ dicado a los pobres. En el mes de julio las fiestas de la ciudad volvían a reclamar la atención esmerada de los religiosos. El ciclo se cerraba con la novena a santa Micaela del Santísimo Sacramento cuya fiesta se celebraba a final de agosto y para la que se hacía una solemnísima novena. A este ciclo anual hay que añadir los primeros viernes y los siete domingos de san José, días en que los fieles de Tudela tenían muy en cuenta el confesona­ rio de nuestros hermanos. Fruto del dinamismo espiritual que se había impreso al convento fueron

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