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222 Capítulo I I I — Fraternidades no está habitado en la actualidad y sirve en parte de despensa. Está muy deteriorado, y se proyecta su venta. Dentro de la misma área, el convento posee un sótano de 56 m.2, que se utiliza para oficina y almacén del sema­ nario euskera «Zeruko Argia». La planta baja del edificio tiene una exten­ sión de 150 m.2; cumple estas finalidades: 100 metros sirven a la mencionada publicación, y los 50 restantes están alquilados para una tienda de comes­ tibles con una discreta renta mensual. El convento tiene adquirido el «derecho a levante», que en cualquier eventualidad puede ser ejercitado. Queremos completar esta situación del convento con la descripción de las obras materiales llevadas a cabo en el mismo durante estos años. En 1969 se realizaron obras importantes en los sótanos de la iglesia, a fin de acomodarlos dignamente para el funcionamiento de obras apostólicas de juventud. Un trabajo de importancia y calidad, en el que se invirtió la suma de 1.291.931 pts. En este mismo año se inició la reforma de los pisos altos, habitados por los religiosos, el quinto y el sexto. Ambos fueron comple­ tamente vaciados y reestructurados de nuevo. El piso quinto cobija diver­ sas dependencias, como capilla, comedor, cocina, biblioteca, servicios y diez habitaciones. El piso sexto, ocupado anteriormente por unas humildes celdas y una extensa terraza, quedó transformado en una funcional vivienda conventual, con trece habitaciones, sala de estar con biblioteca de urgen­ cia y diversos servicios. Once de las trece habitaciones tienen salida a una pequeña terraza, corrida y muy útil. En el séptimo piso existe todavía una terraza no muy extensa, en parte cubierta y no sin encanto. Esta obra impor­ tante costó pasados los nueve millones de pesetas. En años sucesivos se realizaron todavía algunas obras de conservación y de mejora. Así en 1972 se modificaron las celdas del piso cuarto, a fin de que quedasen disponibles para los huéspedes. En 1973 le tocó una nueva pasada de renovación a la iglesia: se cambió el piso de madera por vibrazo de calidad; se dió una buena mano de pintura a toda su superficie, se instaló una iluminación más eficiente y entonada, se instaló un nuevo equipo de megafonía y se retocó la disposición del presbiterio. Esta obra costó algo más de dos millones de pesetas. Como se aprecia, la fraternidad ha tenido siempre preocupación por el decoro del templo y por la digna morada de los religiosos, y todo ha sido posible gracias a su trabajo y a la generosidad de los fieles y bienhechores. No se ha perdonado esfuerzo para que la renovación interior, religiosa

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