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Sangüesa 217 P. Leonardo Mariñelarena, 1955-1960 P. Jerónimo Irib arren , 1960-1963 P. José Sierra, 1963-1969 P. Matías Azcona, 1969-1972 P. Florencio Huarte, 1972-1975 Cuanto se refiere al régimen del noviciado constará en su lugar apro­ piado. Pero no es posible marginar este elemento, al intentar una primera aproximación a esta fraternidad. Sangüesa ha sido por encima de todo un centro o remanso de espiritualidad, cristiana y franciscana. Hasta los ele­ mentos arquitectónicos de la iglesia y del patio convidan a remontarse a los primeros decenios de la orden. A quí estaba ubicado el noviciado, y aquí velaban sus primeras armas los aspirantes a la vida capuchina en el maree de nuestra provincia. Aquí probaban su vocación religiosa, y recibían intensa formación espiritual, ejercitándose en las prácticas y costumbres de nuestros predecesores. Empeño titánico e imposible pasar al papel las infinitas vivencias que han conocido aquellos sagrados muros. Para orientar esta labor y para prestarle un ambiente adecuado, han pasado por aquella fraternidad prestigiosos religiosos con el cargo de maestro y vicemaestro de novicios, y una comunidad, en general entrada en años y perfección religiosa, que contribuía a dar fisonomía adecuada a la casa. Pero todas estas primeras impresiones deben ser frenadas un poco, si queremos poner orden en la evolución de este convento. E l vetusto inmueble ha conocido notables curas de juventud para adap­ tarlo a sus elevados fines. Casa e iglesia pertenecen a la orden; no sufren gravamen n i hipoteca. Una sección del convento se puso a servicio de la ciudad, y por convenio entre el padre provincial y el ayuntamiento, «los locales que servían a los alumnos del colegio lib re adoptado de san Fran­ cisco, sirven ahora y provisionalmente para alumnos de cuatro cursos de enseñanza básica». Las obras comenzaron por la iglesia. En ju lio de 1950 se dotó a la misma de una instalación de calefacción por aire caliente, que costó 48.500 pts. En 1966 se llevó a cabo una obra sustancial, que dió a todo el ambien­ te una existencia renacida. Se picaron las paredes en busca de la piedra original con toda su bella arquitectura del siglo X I I I , se reformaron el

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