BCCCAP00000000000000000000143

Trienio 1951-1954 17 y de nuestro Manual Seráfico. Poco más tarde, en una carta de saludo, 15 de agosto de 1951, se cifraría el primer saludo a la provincia en torno al sentido de la paz franciscana, y se dilataría el programa, proponiendo vivir la vida capuchina en Cristo, sin olvidar el mundo infiel y la recon­ quista del obrero. Resultan coherentes con estas orientaciones las medidas disciplinares que se fueron adoptando en los primeros meses de gobierno. Urgencia de la «obediencia» del superior competente para los viajes, con clara tendencia a que el religioso no se moviese de su distrito conventual. Señalación de conventos para descanso de los religiosos: Alsasua, Fuenterrabía, Jaca y Lecároz, y alerta para no vagar por otros conventos; el rigor y la austeridad primaban sobre la fraternidad. Prohibición de pernoctar fuera del con­ vento, donde existiese casa de la orden, y de visitar el propio pueblo en tiempo de fiestas, a no ser por razón de ministerio; todo ello, en confor­ midad con nuestras leyes o costumbres. Destierro del tuteo en la conver­ sación entre religiosos por desdecir de la seriedad religiosa; problema no nuevo y que había sido tratado fuertemente en trienios anteriores. Paulatinamente irían apareciendo otras notificaciones de tipo discipli­ nar, y que ahora nos sirven para conocer cómo se aplicaba la observancia regular, descrita en nuestras leyes o costumbres. Rigor en el silencio re­ gular, salidas del convento con permiso expreso del superior, entrega y recepción de toda correspondencia epistolar por manos del mismo, prác­ tica de las dos horas de oración. Al mismo tiempo saltaban a la palestra algunas cuestiones nuevas, que producirían serias tensiones: El uso del reloj de pulsera, juzgado como una de las trasgresiones más escandalosas de la austeridad capuchina. Se ha discutido posteriormente con humor sobre quién fue el pionero de tal innovación. Otro problema que llegó a provocar tensiones y verdaderos casos de conciencia fue el uso del tabaco, al que la provincia había cerrado las puertas con manojos de llaves, incluso bajo precepto de obediencia. El asunto no era exclusivo nuestro, sino general en todos los estados de perfección dentro de la Iglesia, ya que quiso ser estudiado en el congreso de religiosos del Año Santo. Le dio publicidad la Congregación de reli­ giosos en una carta firmada por el secretario P. Arcadio Larraona, C. M. F., dirigida a los superiores generales de todos los institutos: Se podía obligar a los religiosos bajo obediencia, con penas canónicas y con proceso judicial.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz