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186 Capítulo I I I — Fraternidades bién una acogida fraterna y la mejor comprensión para organizar sus días de descanso. En otra área, y como respuesta a las consignas de renovación de la orden, la fraternidad se ha abierto, e incluso ha sido sede de cursillos y asambleas. H an sido tomadas en serio las encuestas, rem itidas a la misma, y los hermanos han aportado sus ideas, sus proyectos y sus soluciones. Se ha avanzado en la convivencia, sobre todo a la hora de aceptar ideas y criterios de los otros, con un mayor respeto a la persona, con mayor fle­ xib ilidad en el diálogo y con mejor espontaneidad en las relaciones inter­ personales. Consultas y temas de envergadura se han estudiado en capítulo local, y los menores en discretorio, que apenas tiene razón de funciona­ miento. La fraternidad no ha sido partidaria, en conjunto, de la supresión de la clausura, a fin de cum plir la consigna de ab rir nuestras casas a las clases trabajadoras que nos rodean; por una razón sencilla, ya que dicha apertura se debe llevar a cabo por un paso obligado, que comunica con las celdas de los religiosos. No obstante, en muchas ocasiones y tratándose sobre todo de hombres, se ha dado paso lib re a frontón, huerta y salas de reunión. Le rueda del tiempo y de la cultura sigue su marcha; pero en Fuen- terrabía sigue viva una presencia franciscana. La que en tiempos pasados se encargaba del impresionante sermón del viernes santo, y ahora adquiere la forma de un Belén viviente; la que profesaba un retiro riguroso, y la que en tiempos actuales ha sido capaz de acercarse al deporte de las traine­ ras, cooperando en su organización y en sus triunfos. Todo esto ha sido posible, gracias a hombres que llevan en el alma la vida de esta fraterni­ dad, y de otros dignos de recuerdo, aunque nos hayan abandonado. En ese marco ha vivido durante 22 años el exilado obispo de Pingliang, monse­ ñor Larrañaga, hasta su muerte, acaecida recientemente.

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