BCCCAP00000000000000000000143

184 Capítulo I I I — Fraternidades En el trienio siguiente las reformas afectaron profundamente a la anti­ gua iglesia, remozada con suelo de terrazo, zócalos y pintura. Siguiendo las normas litúrgicas, se adaptaron con buen criterio el presbiterio, el altar mayor y el sagrario. Además se revisó a fondo el tejado, elemento esencial en una región lluviosa. Se acondicionó la llamada «eskola-txiki» para que sirviera a la juventud y se construyó, en la cumbre y algo alejada del con­ vento, la nueva vaquería. Más adelante, al finalizar los años sesenta, se preparó para los religiosos una obra de interés, la nueva sala de estar y al mismo tiempo se construyó el llamado salón grande con un costo aproximado a las 650.000 pts. En 1971 se llevó a cabo otra obra de importancia para la fraternidad, com­ puesta de muchos religiosos ancianos: la instalación de la calefacción en la iglesia y en las habitaciones. E l presupuesto rebasó las 600.000 pts. Tam­ bién se renovaron totalmente las porterías y se preparó un despacho pa­ rroquial, elevándose el gasto a las 300.000 pts. Se realizaron otras me­ joras en servicios por 90.000 pts. En este último trienio se ha vuelto a remozar el patio, con pintura, zócalo, terrazo y cañerías con un presupuesto de unas 325.000 pts. También se ha mejorado la hospedería y se ha prepara­ do una celda-enfermería, por un importe de unas 215.000 pts. Pero más importante que la renovación material del inmueble ha sido la vivencia religiosa de la comunidad, que ha vivido intensamente estos años cargados de problemas, entre tradición y reforma, entre costumbre y apertura hacia formas de vida religiosa nuevas. Durante estos lustros la fraternidad de Fuenterrabía ha continuado dos actividades, que de siempre han sido marco de su fisonomía y de su modo de vida. Por una parte, la labor educativa, como casa de formación. Es sabido que durante muchos cursos se había impartido la filosofía a los religiosos profesos. Luego, a algunos cursos de alumnos llegados de Alsasua. Pos­ teriormente, y a partir de 1953, el vetusto cenobio acogió a niños de la región, en calidad de aspirantes o seminaristas. Tarea digna de recordación, así como los religiosos, que se dedicaron a ella. Por ejemplo, el P. Carlos Argaya en su faceta de reclutador excepcional de vocaciones, y el P. Ju lián Eceiza, en calidad de director de este seminario menor a lo largo de 13 años, en los que tuvo que pechar con toda clase de trabajos y con la mayor responsabilidad. Junto a esta tarea docente, la fraternidad ha continuado, por otra

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz