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172 Capítulo I I I — Fraternidades comunitaria que eviten el anonimato, el individualism o, la pasividad, el mantenimiento de actitudes formulistas y de otras actitudes que no res­ ponden a las necesidades evangélicas de nuestra iglesia. Es decir, buscar un contexto adecuado para que tanto las relaciones y disposiciones entre cristianos como las nuevas manifestaciones dentro y fuera del ambiente de la comunidad, lleguen a ser verdaderamente auténticas. Consideramos como un hecho positivo el que dentro de la comunidad se produzca la existencia de pequeños grupos, que buscan compartir más profundamente los aspectos concretos de nuestra vida. Se procura potenciar la vida de la comunidad por la participación de los miembros en las obligaciones que se han de llevar a término. La comunidad de base no se reduce a un grupo de personas cerrado donde se puede dar un perfeccionamiento de la fe, sino que su enfoque es mucho más amplio; es decir, que una vez conseguida una maduración en la fe, la auténtica finalidad es desplegar en este barrio de alejados, en su mayoría, una pastoral adecuada. IV . B u r la da E l 5 de noviembre de 1963 el P. Aurelio Laita, provincial, enviaba a los superiores una carta en la que exponía un deseo de la fraternidad pro­ vincial: trasladar la curia provincial de san Antonio-Pamplona al pueblo de Burlada. Las razones que el padre provincial aducía para este traslado eran: 1) Conservar la independencia exigida a toda curia y el derecho que tiene todo religioso de ir a ella sin pasar por otra fraternidad; 2 ) la huida de toda ingerencia en la vida y actividad de san Antonio, que debe v iv ir independientemente como las demás fraternidades de la provincia; 3 ) des­ congestionar el tránsito de los religiosos del centro de la ciudad, e incluso

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