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14 Capítulo I — Cinco lustros del trabajo, del proletariado y de las clases humildes. Sintieron necesidad de prepararse en las aulas, antes de pasar a realizaciones concretas, por ejemplo, en la escuela social abierta en Málaga por el obispo Angel Herrera. Se debe hacer constar que la provincia, por otra parte, vivió de cerca la orientación misional hacia el exterior. La misión de Kansu entraba en una fase martirial y crítica. Filipinas iba reponiéndose de las pérdidas su fridas en la segunda guerra mundial. Los comisariatos de Chile y Argentina absorbían cualquier contingente de personal. Dos equipos ayudaban a misiones confiadas a las provincias de Cataluña y Valencia. Y los superiores mayores habían ofrecido a la provincia un nuevo campo de acción: la custodia de Ecuador, a la que enviaron en la primera expedición en verano de 1950 a ocho religiosos. Creemos que el definitorio general, del que formaba parte el P. Pascual de Pamplona, apremió a los superiores de la provincia para que se hiciesen cargo de este pedazo de cristiandad, tan apto para vivir a fondo la minoridad franciscana. Determinación grave, y cuyas consecuencias deben ser justamente apreciadas. Dicha custodia absorbería crecido número de religiosos, restados a otros campos de apostolado. Este fenómeno obligaría a los mismos a evolucionar con más rapidez, y desde la custodia se abriría un nuevo territorio de misión, el de Aguarico, cuando comenzaba a crujir la del lejano oriente. Muchas ilusiones e iniciativas, surgidas en el año cincuentenario, pu dieron quizás ser encaminadas por la visita canónica del padre provincial, anunciada para principio de enero de 1951. Sin embargo, una molesta in disposición le obligó a retrasarla hasta principio de abril. El desplazamiento no fue beneficioso, tanto más que se tocaba con la palma de la mano el final del trienio. Tramo de gobierno y de vida de la provincia que debe ser mirado también desde la correspondencia del padre provincial a sus reli giosos. Hemos hecho alusión a la dirigida con motivo de las bodas de oro. La erección del obispado de Pingliang, celebrada como un honorífico reco nocimiento a los misioneros y a la provincia, hizo pensar en regalarle una catedral modesta, pero digna. No llegó a efecto por la convulsión china, pero ahí queda el gesto, en el que se puso mano y que ciertamente hubiera cristalizado. Por carta del día 17 de mayo de 1951 el P. Florencio se despedía de la provincia rezumando agradecimiento y compunción. El joven pro vincial se miraba, sin quererlo, ante los venerables personajes que le habían
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