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156 Capítulo II — Sociografía espíritu evangélico»; los religiosos comprendidos entre los 30 y 39 años, que no es tanto la estampa lo que importa, sino el hecho de que somos parte del pueblo y de que tenemos que vivir con el pueblo. Por tanto, «tratemos de ser sencillos, honrados, fervorosos, austeros, cristianos y no discutamos pequeñeces». Los religiosos menores de 40 años no ven con claridad en este campo. Es lógico que conforme se avanza en años haya una resistencia mayor a renunciar a aspectos que han jugado un papel importante en la vida tradicional. Ese mismo año de 1968, el P. Francisco de Arizcun, ministro provin­ cial, quiso sondear directamente, con su definitorio, este problema. Y lo hizo mediante un cuestionario enviado a todos los religiosos en noviem­ bre de 1968. Se recibieron 253 respuestas que dieron los siguientes re­ sultados: 20 % opinan que no existe ningún motivo para mantener el hábito en nuestra provincia. 14 % creen que no existe ningún motivo para no llevar el hábito en nuestra provincia. 28 % juzgan que no debemos tener la misma libertad que los sacer­ dotes diocesanos y otros institutos seculares para no vestir el hábito sino otro vestido religioso. 47 % creen que debemos tener la misma libertad que los sacerdotes seculares para no llevar el hábito. 28 % piensan que el no llevar el hábito tradicional no iría contra la sencillez, austeridad ypobreza capuchina. 49 % dicen que vestir como los sacerdotes, es decir, sin hábito, no estaría en consonancia con la austeridad y pobreza copuchinas. Respecto a la barba: 49 % dicen que no existe ningún motivo para llevar la barba. 18 % afirma que no existe razón para dejar la barba. En lo que se refiere a los pies descalzos: 18 % creen que no existe razón especial para ir descalzos; 34 % señalan que existen razones sufi­ cientes para calzarse.

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