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148 Capítulo I I — Sociografía lo han situado en zonas donde se hallan instaladas las clases medias o medias altas. Es decir, los capuchinos no han ido detrás de los pobres, bien porque se han quedado donde estaban y la expansión de las ciuda­ des los ha colocado en el centro de las clases medias, o bien porque a la hora de fundar han buscado aquellos sitios donde podían encontrar un amplio campo para su trabajo apostólico tradicional, particularmente el confesonario. Y es bien sabido que las clases sociales más asiduas a las prácticas religiosas han sido las clases medias. En el estudio de 1968 hay una pregunta para ponderar dónde juzgan los religiosos que se realiza preferentemente nuestro trabajo. He aquí las apreciaciones: Entre las clases bajas: 16 % Entre las clases medias: 74 % Entre los ricos: 10 % Sin embargo, según el mismo estudio, el 69 % de los religiosos creen que las fundaciones deberán hacerse en los barrios pobres; el 31 % y el 33 % juzgan respectivamente que nuestra alimentación y nuestras casas no corresponden a nuestra profesión de pobres. En el estudio basado en la consulta general los religiosos «se sienten ali­ neados entre la clase media y esto les induce a declararse insatisfechos del modo cómo es vivida la pobreza, tanto en la orden, como en la provincia». En el estudio de 1970 los religiosos se manifiestan satisfechos porque las nuevas constituciones fomentan el servicio a los hombres (58,3 % ) y el amor a los pobres (52 % ). El estudio de Schetini acentúa que para los religiosos de nuestra pro­ vincia la verdadera pobreza consiste en vivir con los pobres (79,7 % ), ga­ nándose la vida con el propio trabajo (81,2 % ). b) La obediencia. El tema de la obediencia demuestra ambigüedad e incertidumbre. Según el estudio de 1970 los religiosos mayores de 50 años piensan (43 % ), que la obediencia ha quedado desdibujada en las nuevas constituciones y que, por tanto, es una puerta abierta al desmoronamiento de la vida religiosa. El análisis de los datos de la encuesta de 1972 descubre matices más profundos: para un 49,6 % la obediencia no ha ejercido un influjo en

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