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Trienio 1948-1951 13 waukee, reconociendo la disponibilidad de la provincia, aunque también la prevenía para no abandonar las virtudes tradicionales y con ellas dar cara a las posibles adaptaciones impuestas por las condiciones de los tiem­ pos. El padre provincial se sintió en esa ocasión literato y soñador al tratar de elevar un monumento espiritual a la provincia. Aunque a la postre, dejaba grabada una sola consigna, la santidad franciscana de la misma. 2 . Después de la celebración del cincuentenario Tenemos la impresión de que los religiosos siguieron una marcha nor­ mal, con nuevos estímulos, en estos campos, no ciertamente nuevos. Una orientación pastoral dirigida hacia la dirección espiritual de muchachos y de niños, luego de constatar una saturación de apostolado femenino. Sin salir del año 1950 es necesario aludir al curso sobre ejercicios espirituales, dirigido por Don Angel Suquía, el más aleccionador de los celebrados hasta la fecha. Estaban en auge; pero se insinuaba una objeción a la naturaleza de los mismos. Se buscaba conocerlos, para luego aplicarlos con la adición de todo el tesoro de la espiritualidad franciscana. Ambos matices durarán muchos años, en franco creciente: la dedicación al apostolado de los ejer­ cicios espirituales, y la presentación de los mismos con una fisonomía fran­ ciscana. Se podrá discutir el planteamiento. Lo indiscutible es que aquellos re­ ligiosos organizaron estas jornadas en un plan muy serio y de ellas arran­ caron deseos de especialización y de magisterio. Por el mismo tiempo, una iniciativa personal tendría eco en muchos religiosos para lanzarlos hacia el apostolado social. Nos referimos al P. Jesús José Ros, promotor de construcción de viviendas populares para familias no pudientes en el área de San Sebastián. Era vicepresidente del patronato guipuzcoano de la vivienda, y desde dicho cargo promovió las de Gainchu- rizqueta, las de Loyola y las de Martutene. La iniciativa le haría un apóstol popular, pero a la postre le acarrearía contratiempos y el traslado. Algunos religiosos consiguieron cristalizar los ministerios antiguos en formas nuevas, haciendo realidad los augurios del congreso celebrado en Roma en 1948. Es de lamentar que no hubieran aparecido religiosos audaces en el mundo

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