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146 Capítulo I I — Sociografía Sin embargo, la fraternidad tiene poco influjo en la valoración con sentido religioso de los acontecimientos (60 %), poco influjo en la socie­ dad en que vive (52,3 %). Están divididos los pareceres acerca del influjo en la iglesia local y sobre la vida espiritual de los fieles. Para que la fraternidad en cuanto tal pueda conseguir sus objetivos específicos en su doble proyección hacia los religiosos y hacia la comuni­ dad humana necesita una organización ágil y moderna. ¿Cómo ha de ser? En el estudio de 1968 se analiza detalladamente este problema, mediante preguntas abiertas. Los resultados fueron: a) Los religiosos hasta los 30 años creen inadmisible la versión tra­ dicional de algunos aspectos de la vida religiosa. No están dispuestos a admitir el carácter fuertemente monacal o, por lo menos conventual, de nuestra existencia. Creen que la provincia debe someter a crítica los grandes conventos, aislados, que son un antitestimonio; se debe evolucionar hacia pequeñas residencias; terminar absolutamente con la clásica división de padres y hermanos. b) Los religiosos comprendidos entre los 30 y 39 años comparten con los jóvenes la necesidad de crear fraternidades de avanzadilla. Pero no reniegan de los actuales conventos; prefieren comunidades pequeñas de seis u ocho religiosos. La opinión que prevalece es que nuestra vida debe organizarse en función de nuestra vocación franciscana y apostólica. c) Los religiosos de 40 a 55 años tienen un espíritu marcadamente conservador de las estructuras existentes, pero muestran flexibilidad para admitir soluciones prácticas avanzadas, aunque sólo como ensayos. Prefie­ ren comunidades medianas, por los problemas de convivencia que surgen en las comunidades pequeñas; creen que la vida religiosa encuentra su marco adecuado en el convento. d) El cuarto grupo compuesto por los religiosos de mas de 55 años optan por una comunidad de unos 10 religiosos. Tiene para ellos mucha importancia el ritmo de vida conventual, que se puede garantizar si existe una comunidad algo numerosa. No excluye comunidades pequeñas si así lo exige el apostolado; pero esto es más bien algo excepcional. Rechazan como forma de vida franciscana la dispersión de los religiosos por pisos y el abandono de los conventos. En el estudio de Schetini surge la misma problemática en términos diferentes. Sin embargo, no se puede proceder a un análisis por grupos de

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