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134 Capítulo I I — Sociografía conventos habían ido obteniendo dispensa del rezo de maitines a media noche. En ese año ya no se levantaban los religiosos en ninguno. También se había dejado en numerosos conventos el rezo del rosario; no se insistía en la obligatoriedad de las horas del oficio litúrgico; no se hacía hincapié en las dos horas de oración mental; existía una corriente que defendía la ne­ cesidad de realizar la oración en el campo del apostolado, allí donde el religioso trabajaba, identificándola en parte con la misma acción impulsada por la fe. Elementos de la observancia regular. La observancia regular era un ele­ mento sagrado en la vida religiosa. La observancia regular constituía como la urdimbre de la vida religiosa. Pertenecía a ella la asistencia puntual a los actos, el silencio (regular y evangélico), el capítulo de culpas, la seriedad en los ayunos y abstinencias, las austeridades propias de la orden, los viajes y las salidas del convento. Para 1968 todos estos elementos habían ido cediendo y prácticamente desapareciendo. c) Cambios en la concepción de los votos. La evolución en la obe­ diencia había causado un debilitamiento de la autoridad del superior. Los religiosos han adquirido autonomía en su trabajo; no se admitía la pre­ sencia vigilante del superior. Por otra parte se ha extendido la idea del respeto a la persona y a sus iniciativas, a la que hay que dejar un espacio suficiente de acción, sin que sienta la presencia sofocante de un superior a quien el cargo no le capacita para intervenir competentemente en el campo de actividad de los súbditos. Al mismo tiempo había un proceso de desa- cralización de la figura del superior. Dejaba de ser la expresión de la volun­ tad de Dios, para convertirse en una autoridad que es necesaria en todo grupo, si éste quiere conseguir ordenadamente sus objetivos. La evolución llegó también al terreno de la castidad, donde desapare­ cían prejuicios y prevenciones característicos de otras épocas. La evolu­ ción se había atribuido a que el religioso estaba en contacto constante con una civilización que revalorizaba el sexo, revalorización que va acompa­ ñada del fenómeno de la erotización de la vida. Por la televisión penetraba en el santuario del convento un mundo frívolo y erótico, que unas veces podía deteriorar la castidad del religioso y otras obligaba a una remode­ lación de los criterios tan severos en esta materia. Sin embargo, el cambio más importante estaba motivado por el hecho de que llegaban al sacerdo­ cio jóvenes que habían vivido en contacto con el mundo durante las vaca