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Trienio 1972-1975 113 sión del consejo pudo gustar mucho, poco o nada; pero era una voz de alerta, cargada de sociología y apocalipsis, que exigía contar con la realidad descarnada. Con intervenciones más o menos acertadas el consejo ha cum­ plido su misión asesora y su balance es positivo. 4. Indicadores de renovación Durante este trienio se fue agudizando una corriente de contestación hacia la comunidad tradicional, y de apoyo a las fraternidades nuevas. Los superiores no descuidaron ni a unas, ni a otras, siguiendo el acuerdo de nuestro capítulo extraordinario. Sin dejar de ser cultuales y sacramentalis- tas, como se denomina a las primeras, se van realizando esfuerzos en las visitas pastorales, en los capítulos locales y en la mentalización general para estar al día en la evangelización y en la realización del culto peniten­ cial y eucarístico. Muchos seguirán denunciando esta pastoral de cristian­ dad, pero desde las iglesias de nuestras ciudades se sirve a una masa importante de fieles, que no deben ser abandonados y que no pueden cambiar en pocos días y tal vez nunca. Todas las fraternidades han orga­ nizado convivencias y cursillos sobre la renovación de la vida sacramental, teniendo en cuenta los tiempos y frías regiones. La provincia ha vivido en este trienio la constitución de pequeñas fra­ ternidades y los frutos de algunas de ellas; en unos casos apredable; en otros, negativos y deplorables. La fraternidad de Africa 9, en Zaragoza, dejó de funcionar de hecho en el verano de 1974, después de una exis­ tencia complicada. Parece que la circunstancia se ofrecía a una refle­ xión a escala provincial sobre las pequeñas fraternidades, pero no se tuvo. Tanto más que a este cierre había precedido el de la fraternidad de estu­ diantes de Madrid. En cambio, durante este trienio se consolidó la fraternidad de Ansoáin. Hemos hecho alusión a la comunidad de base, cultivada por el P. Miguel María Andueza. Ella pidió a los superiores el destino del mismo a dicha comunidad. Se le concedió por término de un año. En junio de 1973 se abrió en las llamadas casas de Láinez una verdadera fraternidad, que se hacía cargo de la comunidad de base y del servicio de la parroquia de san Cosme y

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