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110 Capítulo I — Cinco lustros despejado. Abundan en la práctica los desplantes y las posturas incómodas, de personas y de grupos. La revisión de los rituales de los sacramentos, sobre todo eucaristía y penitencia, y los temas tratados en los sínodos de los obispos han producido huella en la cristiandad y han abocado a muchas posturas críticas. Aunque pensamos que el contexto de la iglesia española ha tenido en estos años mayor influjo en la postura de nuestros religiosos que el de la iglesia universal. Las actas de la reunión conjunta de obispos y sacerdotes están causando en una parte considerable de religiosos impacto más profundo que solemnes documentos romanos. La lucha por la justicia, por la liberación del proletariado, por los derechos humanos y por una sociedad más equitativa ha enfrentado a buena parte de dicha iglesia con el poder constituido, tachado de dictatorial y opresor, y ha afectado también a algunos religiosos, volcados a realizarse dentro del llamado compromiso temporal. Una nueva faceta de la pugna entre sacralización y secularización. En el contexto de la orden se han vivido acontecimientos importantes, como la celebración del segundo consejo plenario, reunido cabe la fra­ ternidad evangélica de Taizé, para estudiar a fondo y sin prisa el pro­ blema de la oración. Sus conclusiones llegaron a nuestros religiosos, se trazaron esquemas para la reflexión comunitaria de los días de retiro y se insistió en el tema a través de nuestros medios informativos y de gobierno. Es difícil apreciar hasta dónde ha calado un documento de tal envergadura en nuestras fraternidades en ebullición; pero ahí queda como un hito ilu­ minador y encimado. La celebración del 750 aniversario de la aprobación de la regla franciscana fue preparada también en nuestras fraternidades, lo mismo que el V II centenario de la muerte de san Buenaventura. Aunque el acontecimiento del trienio ha sido a escala de orden la celebración del capítulo general extraordinario a final de verano de 1974. Sus acuerdos servirían de base para la visita pastoral del padre provincial a todas las fra­ ternidades. Sin esperar a la perspectiva del tiempo, se puede palpar lo que han contribuido estas campañas de mentalización para mantener a los religiosos en situación de sintonía y de ayuda mutua.

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