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104 Capítulo I — Cinco lustros en el trienio siguiente, entrasen en dicha nación los primeros religiosos de la provincia. Caso típico de fundación difícil, obstaculizada por la actitud de dicho país, y quizá por otras más internas y más profundas. La pro­ vincia ha ido plantando su tienda en muchos y distantes lugares de apos­ tolado. 10. Fundaciones y obras No recordaremos cuanto hemos dicho de la formación de pequeñas fraternidades. Tendría aquí su lugar; pero es que se presentó como fenó­ meno de renovación religiosa, y ha sido estudiado en dicho contexto. Fuera de ellas, no se pudo pensar en este trienio en ninguna fundación importante. En cambio, se registra una frondosa actividad para terminar otras anteriores en su aspecto material y para acometer importantes obras en la mayoría de nuestras casas. En Fuenterrabía se comenzó a preparar un plan de transformación total del convento; se trazaron planes; aunque la iniciativa quedó frenada por la cercanía del aeropuerto, que requería un plan especial de urbanización. No se vio obstáculo para ceder parte de la huerta para la construcción de una Ikastola o escuela en euskera, que tampoco llegó a maduración. El viejo cenobio conoció las ventajas de la calefacción, a la que eran bien acreedores tantos beneméritos religiosos. En San Sebastián se continuó la segunda fase de las obras a fin de transformar completamente la parte de vivienda de los religiosos, a tono con las necesidades de los mismos. La provincia tuvo que volcarse también en la ordenación de los bajos del convento de Zaragoza - San Francisco, que seguían desaprovechados des­ de la construcción del convento. El costo fue muy elevado y la condes­ cendencia de los superiores con la entidad que iba a usufructuar dichos bajos fue muy generosa. En el convento de extramuros aparecieron dos cuestiones que iban a ocasionar no pocos problemas y preocupaciones. Pri­ mero la desaparición del patronato Amasa, propietario de los solares del convento; dicho patronato fue anexionado por ley del estado y pasó a de­ pender de la dirección de beneficencia del mismo estado. Por otra parte, se iniciaron gestiones para liberar la huerta, propiedad de la orden, situada a la otra parte del río Arga, y llevada en arriendo por don José Aldaya.

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