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Los Capuchinos en la Península Ibérica suole precipitar le merci al fondo por quedar mas segura, y mas ligera: Maggiormente nel mar di questo mondo quien quiere salir libre a la ribera, dev'egli tutto ciò porre in oblio, que impedir puede el curso a su navio. — Que señal pues de amor tu generoso animo al motor deve de la stelle, que aliviándote el peso trabajoso, in gran parte ha placate le procelle: haziendote con esto victorioso de li mostri infernali occulti in quelle: a tal que libre del profundo Averno, al porto pervenir possi superno? ( Vergei 387a) 948. También del P. Francisco de Alarcón de Tordesillas, sobrino del fundador de los capuchinos en España, se conser­ van dos sonetos que se incluyen al principio del Vergel de plan­ tas divinas. He aqüí el principio y el final del segundo soneto: — Digno de eternizar es el concento, y de memoria eterna el nuevo canto, que a las regiones de Circeas causa espanto, y a las de inmensa paz feliz contento... — Tan remontado va su veloz buelo, y tanto el dulce estilo nos encumbra, de este nuevo Vergel, que al mundo offrece: — Que toma por alvergue el patrio cielo: de donde a los mortales les alumbra y el huerto con su riego reverdece. El P. Francisco de Alarcón, que publicó estos sonetos en 1594, pasó más tarde a la provincia de Castilla, donde murió en 1639. 466

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