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Los Capuchinos en la Península Ibérica mayor delicadeza. Para relacionarse comercialmente con la población aportaban soluciones peregrinas. Partían de la re nuncia absoluta e inquebrantable al uso del dinero; ni para pagos, ni para retribuciones. Se comprometían al mismo tiem po al uso estricto de las cosas, guiados en todo por la norma suprema de la expropiación más radical. Construirían los con ventos siguiendo normas bien estrictas y se cuidarían de vivir de limosna, pero sin abrumar a los bienhechores ni privar a los otros pobres. No obstante, este propósito fue a menudo atosigante, ya que la población era pobre y no eran sólo los capuchinos quienes vivían a su costa; y no se piense sólo en los otros institutos religiosos mendicantes, sino en la avalan cha de contribuciones fiscales que les imponía el Estado para sus empresas y la Iglesia para ganar sus gracias espirituales. Aquellos frailes estaban llamados a la evangelización; a salir por los caminos y campos con voz de exhortación y a llegar a las iglesias con voz de trueno para anunciar la penitencia y la conversión; por eso renunciaban a pasarse horas sin cuento en el confesonario, escuchando a los penitentes; ministerio que tardó en introducirse y más en cobrar carta de naturaleza en la Orden. Los nuevos vecinos tenían normas muy precisas y severas para tratar con mujeres, a fin de evitar hasta la som bra de sospecha en su reputación. Por esa razón necesitarían permiso expreso para acercarse a monasterios y conventos femeninos, ni se podrían hacer cargo de la dirección de asocia ciones y cofradías. 902. Esta fisonomía, arrancada de la legislación de 1575, no varió en sustancia durante todo el antiguo régimen, ya que fue asumida por sucesivos remodelados de la legislación par ticular. Por tanto, se puede retener como factor desencade nante de la restante acción social sobre el pueblo. No creemos soñar ni dar rienda suelta a la imaginación, si nos atrevemos a reconstruir, desde esta óptica del habitat y de la legislación vivida por los religiosos, ciertos indicadores socio-religiosos trasvasados a la población. El llamamiento constante a la paz social y a la conversión interior, la superación de cualquier forma de lujo y de manifestación suntuaria, el ejemplo y la 438
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