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Los Capuchinos en laPenínsula Ibérica hermanos, arribó a Manila en febrero de 1915; poco después llegaban otros seis más. 822. Iniciada su labor apostólica, ésta se redujo al princi­ pio a la diócesis de Manila, haciéndose cargo de varias parro­ quias en la ciudad y de otras fuera. No pocas dificultades ami­ noraron la actividad de los religiosos, viéndose obligados al aprendizaje de las lenguas inglesa y tagalo. Sin embargo lleva­ ron adelante los compromisos adquiridos, aceptando incluso más parroquias. Por eso fueron enviados más religiosos, cuya acción evangeüzadora se extendió a la diócesis de Lingayén, donde, a ruegos del obispo, se hicieron cargo de más parro­ quias. Esto trajo consigo nuevas dificultades, entre ellas el aprendizaje de la lengua panganisán que allí se hablaba. 823. Todo pudo llevarse adelante gracias al personal que paulatinamente se fue enviando, no bajando de 60 religiosos los que a Filipinas llegaron desde 1907 a 1940. Vino luego la guerra americano-japonesa (1939-1945) que tantos daños ma­ teriales causó en iglesias y casas, siendo de lamentar también en esos años la muerte de nueve religiosos. Se enviaron nuevos refuerzos del personal pero fue preciso reducir actividades, renunciando a parroquias y concentrando la atención en ex­ tender la Orden, buscando la pastoral parroquial. Actualmen­ te las casas allí existentes se reducen a cinco parroquias en la gran Manila, mas otras dos rurales, en las que se ha instalado el Seminario Seráfico, noviciado, etc. B I BL I OGRAF I A Analecta Ordinis Fratrum Minorum Capuccinorum, 23 (1907), 266; 44 (1928), 230. Anuario de las misiones de los Padres Capuchinos de la provincia de Navarra- Cantabria-Aragón. Año 1934, Pamplona 1934, 77s. 404

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