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Apostolado Misionero 744. 2o V e n e z u e l a . — El intento de restaurar en esta república las antiguas misiones se debió a una ley del Congreso (1 mayo 1841) rélativa a la reducción y civilización de los in­ dios, por la que se facultaba al Poder Ejecutivo a emplear los medios que juzgase convenientes. Al propio tiempo se comi­ sionó al sacerdote venezolano D. José Manuel Alegría para ha­ cer las gestiones de tal sentido y llevar misioneros a tal efecto. El Dr. Alegría cumplió el encargo gracias a la colaboración de Fermín de Alcaraz, Comisario Apostólico de los capuchinos españoles, quien a su vez recibió para ello orden personal del Papa (6 marzo 1842). 745. El P. Alcaraz la ejecutó cabalmente, enviando en su­ cesivas expediciones, los años 1842, 1843 y siguientes, no los 30 misioneros que primeramente le pidieron, sino, según pro­ pio testimonio, 165 hasta fines de 1848. Esas expediciones es­ tuvieron formadas por religiosos de otras órdenes pero más que todo por capuchinos de las distintas provincias españolas, unos 75 en total, residentes en conventos de Francia o Italia, que presurosos acudieron a su llamada. 746. Según se repite en varios documentos oficiales, dichos religiosos iban destinados sobre todo a restablecer las misiones de Apure, Caroní y Río Negro y asimismo atender a las necesi­ dades parroquiales. Con todo, si es verdad que, como afirma el P. Alcaraz en 1848, “habían sido felices los resultados de estas expediciones” y “ el bien inmenso que esto ha producido en to­ da la República” , hay que reconocer que los objetivos primor­ diales no se lograron. Fue debido principalmente a que los go­ biernos de Venezuela no cumplieron los compromisos contraí­ dos. Por otra parte causaron a los religiosos molestias sin cuen­ to, persecuciones, teniendo que llevar vida precaria y misera­ ble. A eso se agregó que las autoridades locales trataron de en­ trometerse en la marcha y desempeño de las funciones sacerdo­ tales, y hasta la prensa llegó a denigrarlos sin piedad, por lo que el P. Alcaraz dirigió ya en 1844 varias cartas de protesta al arzobispo de Caracas. 373

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