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Los Capuchinos en laPenínsula Ibérica O M I S I O N E S P O R T U G U E S A S 735. Hacia 1640 comenzaron a pasar por Lisboa capuchi­ nos que proyectaban ir a las misiones de ultramar o de las que ya volvían. Tal sucedía, por ejemplo, con Colombiano de Nan- tes y compañeros, venidos de la costa del Golfo de Guinea, o en 1641 con Pedro de Piviers venido de Goa, con Buenaven­ tura de Alessano y compañeros que iban rumbo al Congo, en 1644 con Buenaventura de Taggia y compañeros que también se dirigían al Congo, en 1645 con Zacarías de Finale y compa­ ñeros que iban a la India y, finalmente, en 1647 con Cirilo de Mayenne que había llegado del Brasil con asuntos de portu­ gueses en Pernambuco para tratar con el rey Juan IV y con la reina regente de Francia. Con intención de hacer salir del Bra­ sil a los capuchinos franceses, el rey Juan IV concedió licen­ cia al P. Cirilo para fundar un convento capuchino en Lisboa. Así pues, en 1648 se fundaba el primer convento capuchino en tierras de Portugal, sito en la actual Rúa de Esperanza, de Lisboa. Aquí vivirán los capuchinos franceses de la provincia de Bretaña hasta el año 1833. Entre los numerosos misioneros que pasaron por este convento, son dignos de mención, Cons­ tantino de Nantes, Francisco de Pont—l’Abbé, Paterno de Pon- tivy, Martín y Bernardo de Nantes, todos los cuales habían si­ do notables misioneros en el Brasil. Todos ellos se esforzaron por conseguir licencia para que sus compañeros pudieran marchar a misionar en el Brasil, cosa que difícilmente conse­ guían. Por ello, en 1652 cuatro religiosos decidieron marchar a la isla de Santo Tomé, donde permanecieron por poco tiempo. Sin embargo, de 1666 a 1684, no tuvieron dificultad para ir al Brasil, pero después de 1684, a pesar de los reiterados es­ fuerzos, no consiguieron enviar un sólo misionero a dicho Esta­ do, por lo que se vieron obligados a dejar esa misión en 1701 — 1702. Desde 1648 hasta aproximadamente 1692 el convento de la Esperanza albergó a numerosos capuchinos italianos que se dirigían a Angola o a Santo Tomé. A partir de 1684, encon­ 366

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