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Los Capuchinos en laPenínsula Ibérica to por el que debía regirse, a saber: que en él hubiese completa observancia regular; que los destinados a este Colegio diesen anualmente misiones circulares por toda la isla de Cuba, y, por último, que se proveyese de curas a la Luisiana y Florida, los que juntamente debían atender, en lo posible, a la conversión de los naturales. 731. A este Colegio de misioneros de La Habana, instalado en el antiguo Oratorio de San Felipe Neri, fueron arribando distintas expediciones de capuchinos castellanos, haciéndolo 21 padres y 7 hermanos en 1784, 6 en 1790, 6 en 1792, 3 en 1793 y, por fin, en 1810, 13 padres y 3 hermanos. Por otra parte cuantos religiosos residieron en él llevaron vida de regular observancia con la misma estrechez que se guar­ daba en los conventos de la provincia. Y, por lo que hace a la predicación, llenaron igualmente esta obligación, distin­ guiéndose de modo particular, dando misiones durante todo el año, Isidoro de Fermoselle, Joaquín de Ajofrín, Joaquín de Portillo, Adrián de Estabillo, Salustiano de Alcedo y Francis­ co de Elgóibar. Respecto a la otra obligación que incumbía al Colegio, de proveer de curas a la Luisiana y Florida, el 13 de julio de 1785 llegaban a Nueva Orleans siete padres que ejercieron su aposto­ lado, al igual que los anteriormente enviados, en los diversos puestos que les fueron asignados. 732. Además, en 1790 arribó también a Nueva Orleans otra expedición compuesta de seis padres, y, finalmente, en 1792 marcharon de La Habana tres más con idéntico destino, sin contar algunos otros que por separado se enviaron esos mis­ mos años. Por lo que, sin bajar a muchos pormenores, debe afirmarse que los fieles, tanto de la Luisiana como de la Flori­ da, estuvieron bien atendidos espiritualmente, ya que en nin­ gún tiempo faltaron allí al menos veinte religiosos capuchinos, aparte de algunos otros de distintas órdenes como asimismo varios sacerdotes seculares. 364

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