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Apostolado Misionero mente de ella, sucedieron los españoles que llegaron a la Lui- siana con la misma finalidad y allí continuarían hasta el cita do año 1802. Los primeros religiosos españoles llegados con D. Antonio de Ulloa, encargado de tomar posesión de la colo nia, fueron Clemente de Saldaña y Antonio de Mesones, de la provincia de Castilla con él también se retiraron en 1769 a Es paña. Al siguiente año tuvo lugar la posesión efectiva por el ge neral O’Reilly; por insinuación de éste continuaron allí los capuchinos franceses, siete en número, y, por determinación del Consejo de Indias, fueron enviados dos de la provincia de Castilla, Luis de Quintanilla y Luis de Revillagodos, otros dos de la de Cataluña, Cirilo de Barcelona y Francisco de Caldes de Mombúy, Bernardo de Limpach, alemán, y Luis Ma de Li- piani, francés; arribaron a su destino a mediados de 1772. En enero de 1780 llegaba una nueva expedición compuesta de Pe dro de Vélez, Carlos de Vélez, José de Aracena y Antonio de Sedella, de la provincia de Andalucía. 729. Todos ellos fueron enviados no como misioneros propiamente tales sino en plan de curas doctrineros, puesto que, en sentir del Consejo de Indias, “ ni la Luisiana ni tam poco la Florida debían ser consideradas como misiones vivas entre infieles” . Y, efectivamente, su actividad apostólica fue atender espiritualmente a los habitantes, franceses o españo les, de Nueva Orleans, hacer de capellanes en la misma ciudad o en puestos como Iberville, Asunción de La Fourche, Pont Coupés, San Luis de Illinois, o también en otros de la Florida occidental, plaza de Panzacola, La mobila, etc. 730. En 1781 la colonia de la Luisiana fue encomendada a la provincia capuchina de Castilla para atenderla espiritual mente. En consecuencia Castilla debía enviar religiosos cuan do fuesen necesarios. Para esto mismo se estableció poco después el Colegio de misioneros de La Habana, a donde arribó la primera expedición el 12 de junio de 1784. Con todo, la finalidad de dicho Colegio fue triple, según se colige de la cédula de su establecimiento (19 junio 1786), y de las palabras del fundador Isidoro de Fermoselle, quien redactó el reglamen 363
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