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Apostolado Misionero 706. Aunque no con mucha exactitud sus límites venían demarcados por la cédula de 1718 y teóricamente la antigua provincia de Mérida y la Grita junto con la ciudad de Maracai­ bo y su terreno jurisdiccional. Sin embargo en la realidad y posteriormente el campo misional de los capuchinos en la par­ te de Maracaibo estuvo limitado así: al norte, por el río Li­ món; luego, partiendo de éste en línea recta, se llegaba a los Montes de Oca, que también entonces fueron división territo­ rial entre Maracaibo y la provincia de Santa Marta; siguiendo aquéllos hasta la ciudad de Ocaña, se trazaba desde ésta una lí­ nea ideal y casi recta que terminaba en el río Chama: por últi­ mo desde este río se continuaba por las costas del lago llegan­ do a la ciudad de Maracaibo y de aquí ai río Limón. 707. Los indios que poblaban tan extenso territorio, eran los siguientes: los macuaes que dieron denominación al Valle que llevó su nombre, relativamente próximo a Maracaibo; los aratomos y coyamos, próximos a los anteriores; los sabriles, en las estribaciones de la sierra de Perijá; los aliles y sinamai- cas, en las riberas de la laguna de Sinamaica y ríos que en ella desaguan; también los cocinas, indios guajiros dedicados al pi­ llaje y vecinos de los anteriores; los llamados motilones, y, por fin, los chamas que vivían en las riberas del río que les dio el nombre. 708. La estadística de unos y otros no es posible fijarla pe­ ro siempre hay que partir de que su número fue muy bajo. Así, por ejemplo, los aratomos y coyamos fueron reducidos todos por los misioneros y no pasaron de dos mil. Los motilones a su vez no pasaron tampoco de cuatro mil o, cuando más, llegaron a cinco mil, y los restantes indios fueron aun muchos menos. 709. Los encargados de esta misión fueron religiosos capu­ chinos pertenecientes a la provincia de Valencia hasta 1749, y desde esa fecha, hasta el final, de la de Navarra. Los que más se distinguieron fueron Pablo de Orihuela, que trabajó sobre todo durante los años 1706 a 1715, aunque los pueblos por él fundados no subsistieron; José de Soria, que organizó la mi­ 355

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