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Los Capuchinos en la Península Ibérica el mayor trato que en esta misión se permitió a los naturales con los españoles, se consiguió en los Llanos una más rápida civilización. Por eso y porque quizás no juzgaron los misioneros tan necesario aquí aprender la variedad de idiomas existentes en­ tre estos indios, son muy contados los documentos lingüísticos que de ellos existieron o por lo menos han llegado a nosotros. Se conocen solamente tres vocabularios de otras tantas len­ guas, muy breves por cierto y que llevan por título: Traduc­ ción de la lengua española a la otomaca; Traducción de la lengua española en la taparita, y Traducción de la lengua espa­ ñola en la de indio yaruro. A eso se agrega un Catecismo de in­ dios guamos. 684. Testimonio por otra parte fehaciente de la labor reali­ zada y de los éxitos logrados en la evangelización y civilización de los habitantes de los Llanos de Caracas, son esos pueblos que poco a poco fueron pasando del régimen misional a doctri­ na o parroquia, de mano de los capuchinos andaluces a la total jurisdicción del obispo, pueblos que fueron creciendo y prosperando hasta convertirse en importantes villas o florecien­ tes ciudades. 685. A decir verdad, la mejor confirmación de lo dicho y la más brillante apología de esta misión son las noticias y datos que el celoso obispo de Caracas, D. Mariano Martí, consigna en los libros de visita hecha a toda la diócesis los años 1771 — 1784. Habla en ellos largo y tendido de la organización existente en los pueblos fundados por los religiosos capuchi­ nos, de la instrucción de los indios reducidos, de las espaciosas iglesias levantadas, haciendo minuciosa descripción de los alta­ res existentes en cada una, de las muchas y valiosas imágenes veneradas al igual que de los cuadros artísticos distribuidos con profusión en los templos para promover la piedad y devoción de los fieles, sobre todo a la Divina Pastora. 686 . Quien haya estudiado a fondo la historia de esta mi­ 346

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