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Los Capuchinos en la Península Ibérica 677. En octubre de 1658 comenzaron los misioneros de estos Llanos la obra de evangelización y civilización de los indios que los poblaban, compuestos de las más diversas nacio­ nes, más de 2 2 : guamos, atatures, cucuaros, guajiros, chiri- coas, guaranaos, otomacos, amaibas, yaruros, chiripas, atapai- ma, dazaros, cherrechenes, taparitas, guaiguas, güires, gayones, achaguas, guaiquires, mapoyes, tamanacos, aruacaimas, gua- monteyes, goyones, jirajaras y otros. Todas las citadas nacio­ nes empleaban idioma distinto, teniendo los misioneros que aprenderlos para intruirlos y catequizarlos, si bien las lenguas utilizadas eran muy parecidas, hasta el punto de que mutua­ mente se comunicaban y entendían unos indios con otros. 678. Imposible resulta dar el número de estos pobladores ni siquiera en cifras aproximadas. Tal vez, apoyados en las es­ tadísticas consignadas por los misioneros y que dicen relación a los reducidos por ellos, pudiera calcular en unos cuarenta mil los existentes en los Llanos al comenzar la guerra emancipa­ dora, 19 de abril de 1810. 679. La primera población formada fue la de San Antonio de Choro (1658) a base de indios guamonteyes. A esa siguie­ ron otras que se fueron estableciendo hasta 1810, en número de 84, de las que subsistieron 54, mas ocho aparte, constitui- dad en su mayoría por españoles. Unas y otras han ido adqui­ riendo con el tiempo gran importancia, incluso varias de ellas, como Todos los Santos de Calabozo, San Carlos de Cojedes y San Fernando de Apure, son actualmente sedes episcopales. Como se comprende, no es posible dar los nombres de todas, como tampoco las fechas en que se fundaron. 680. Tampoco es factible, en razón de la brevedad, dar la lista completa de los misioneros; el número total puede calcu­ larse en 215. La mayoría de los mismos perteneció a la provin­ cia religiosa de Andalucía, a la que estuvo encomendada esta misión. Con ellos colaboraron una docena de la provincia de Valencia, algunos de Navarra y varios de Castilla. De todos ellos merecen señalarse: Pedro de Berja, varias veces Prefecto 344

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