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Los Capuchinos en la Península Ibérica capuchino sigue en contacto directo con el pueblo, con los hogares españoles, a través de charlas y conferencias instruc­ tivas en la tónica proverbial de la sencillez y del fervor. El índice de aceptación ha sido, a veces, excepcional; se hadado el caso, y se está dando, de un capuchino (P. David de laCalza­ da) que lleva hablando ya 35 años seguidos por la misma emisora local. 2. Apostolado de los hermanos limosneros. 555. No menos eficaz que al apostolado de los predica­ dores y misioneros, ha sido el de los hermanos limosneros, figura popular en los pueblos y ciudades de España, portadora y ejecutora del apostolado del buen ejemplo cuando endeter­ minados tiempos del año recorre, bajo soles y lluvias, los pol­ vorientos o embarrados caminos de la geografía española. Aunque todavía en los siglos XVII y XVIII, el oficio de pedir limosna era también desempeñado por sacerdotes simples y aún por predicadores -el mismo B. Diego José de Cádiz lo ejerció en los primeros años de su vida sacerdotal- reserván­ dose para el hermano no clérigo la cuestación en las ciudades y pueblos donde había convento; el hermano limosnero era el lazo de unión con el mundo y la proyección de la austera, humilde y gozosa vida del fraile capuchino. Sin pretensiones de ciencia y cultura —su ciencia teológica no iba acaso más allá del catecismo pacientemente aprendido y rumiado en las pocas horas libres de su diario quehacer conventual-, el her­ mano limosnero era, más que recolector de limosnas, un pro­ pagador de devociones cristianas, un repartidor de consejos humildes pero cargados de sabiduría divina y humana que han traído la paz a tantos hogares, a tantas almas simples como la de ellos. Su ejemplo, su inmutable mansedumbre, sumisma estampa austera han sido la mejor propaganda de lavida capu­ china; el hermano limosnero, en definitiva, ha sido un valioso artífice de vocaciones y ha traído la bendición de Dios y el fervor de los pueblos sobre su convento, sobre la Orden ca­ puchina. 556. El nombre de estos hermanos, apóstoles del silen­ 290

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