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ActividadApostólica así su estilo que el cardenal Lorenzana, arzobispo de Toledo, le prohibió usar las expresiones “amadísimos hijos de mi alma”, “reliquias apreciables de mi corazón”... dirigidas al público, porque no se hallaban en las Escrituras, olvidando los parecidos términos que usaba el mismo san Francisco. Las ruidosas misiones de Fray Diego cubrieron toda la nación, llegando a tener en las plazas auditorios de 30 y aún 50.000 personas. Su palabra inflamada, vibrante, suelocuencia apostó lica llegaron a impresionar a oyentes tan poco sospechosos como el poeta anticlerical Quintana y al descreído José Joa quín marqués de Mora. Es el ejemplo más contundente de la, validez y eficacia de las sabias normas de la predicación capu china, que predicaba aCristo crucificado con palabras sencillas y rebosantes de amor aDios. 546. Con el Beato Diego compartió laamistad, lagloria de misionero y le excedió como escritor y como compositor de sermones Miguel de Santander, del seminario de misioneros de Toro, donde entró en 1774. En la renovación de la oratoria sagrada, optó por el modelo de los grandes oradores france ses, preferidos por la clase más culta, y que adaptó a todos los géneros de la oratoria: sermones y doctrinas de misión, pane gíricos, sermones de circunstancias. Para uso de los predicado res, compuso, predicó e imprimió seis volúmenes de Doctrinas y sermones para misión (Madrid 1800-08), que, varias veces reimpresos hasta 1861, han sido un rico arsenal para el clero español; con la misma finalidad publicó dos tomos de pane gíricos (Madrid 1801), que tuvieron dos nuevas ediciones. Perfectos en la construcción, llenos de doctrina sana y sólida y no carentes de felices movimientos oratorios, tampoco los sermones del P. Santander explican la fama y triunfos de sus misiones que se extendieron por Castilla, León y Galicia (en El Ferrol tuvo, en 1785, un auditorio de 15.000 almas): el éxito de apóstol, el fruto de sus “fervorosas y bien acredi tadas misiones” como las definió el B. Diego, radica en su profunda vida interior y en la austeridad capuchina nunca negada, como se evidencia en las normas o método misional que para sí y para los demás misioneros estampó en los preli- 285
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