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ActividadApostólica atildado y de la coqueta a la francesa, del majo y de lamaja a lo español, la época de las pelucas empolvadas, de las tertulias con abate incluido, de fiestas y derroches, de bailes y másca­ ras, de comedias y carnavaladas. La instrucción religiosa y la piedad vivida alcanzaron niveles bajísimos, no obstante el apa­ rato de los ritos religiosos y de las procesiones, aunque por otra parte la mayoría del país, sobre todo el pueblo de provin­ cias, seguía en la atávica intransigencia, muy poco o nadaper­ meable a las luces del siglo y suspicaz con las ideas que llega­ ban de fuera, particularmente de la Francia enciclopedista. Así se entiende la oposición del Bto. Diego a aprender y leer libros en francés, o al P. Vélez tronar contra la imitación fran­ cesa. Había, pues, en las gentes un terreno abonado para la predicación renovada. 540. La renovación de laoratoria sagrada se había efectua­ do sobre dos modelos: el tradicional español del siglo XVI, sobrio, paulino y emotivo, y el francés, de uniformidad de estilo, bien articulado, sin emoción y poco bíblico, copiado o inspirado en los grandes oradores Fléchier, Massillon y sobre todo Bourdaloue. Los predicadores y misioneros capu­ chinos, en general optaron por la escuela española. Francisco de Villalpando, muy abierto por lo demás a los progresos de la Ilustración, publicó en 1787 siete volúmenes de Ensayos de oraciones sagradas sobre los diversos géneros que compren­ de la Eloquencia del púlpito, en la tradición y gusto españoles, para la formación de los predicadores, muy tentados por los modelos extranjeros. 541. En esta época, hasta laexclaustración, hubo abundan­ cia de buenos predicadores en todos los géneros: sermones de cuaresma, novenas, panegíricos, sermones de circunstancias y honras fúnebres. Merecen recordarse, en Navarra y Aragón, Lamberto de Zaragoza (+ 1785), predicador de más de 40 cuaresmas en tierras aragonesas, Bruno de Zaragoza; enValen­ cia, Francisco de Vinaroz (+ 1789) y Andrés de Tabernes de Valldigna (+1805), cuyos sermones fúnebres enhonra deCar­ los III, panegíricos y de circunstancias, más tres tomos de ser­ 281

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