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ActividadApostólica gió el público, los andaluces Pablo de Granada (+1661), An­ drés de Granada (+1668) y Luis de Antequera (+1681), y los castellanos Diego y Alejandro de Toledo cuyas piezas oratorias merecieron pasar a “Laurea Complutense”, colección de ser­ mones varios escritos por “insignes maestros de la Oratoria christiana” (Alcalá 1666). 527. Ya en el reinado de Felipe V (1621-1665) seproduce la invasión del mal gusto en el pulpito. El conceptismo del jesuita Gracián es adoptado por los predicadores de moda, principalmente en la región levantina: toda una algarabía ri­ dicula de juegos de palabras, antítesis y paradojas no asequi­ bles al pueblo. Para auxilio y orientación práctica de los nuevos predicadores en el arte de componer sermones, escri­ bieron tratados, en la linea clásica española, eminentemente bíblica y patrística, Antonio de Alicante (+ 1663), autor de “Avisos al nuevo predicador evangélico” (Valencia 1660), y Félix de Barcelona (+ 1662), cuyo tratado postumo “Instruc­ ción de predicadores para hacer bien los sermones y predicar­ los provechosamente” fue impreso en Barcelona (1679) y traducido por Hermenegildo de Olot (+ 1713). 528. En la segunda mitad del siglo XVII, se introduce en España el género de las misiones populares, ya practicado en Francia e Italia, y que daráorigen auna nueva categoría o cla­ se de apóstol: el misionero popular, al que se daría una espe­ cial preparación. “Este santo ejercicio —escribíaMateo de An- guiano- es el más propio de nuestro Instituto y el más confor­ me a la imitación de Cristo Redentor”. Años más tarde, des­ pués de una larga e intensa experiencia, decía Manuel de Jaén: “Esta es la red barredera, y no las demás predicaciones que suelen ser a veces guerra galana”. Una misión popular, con sus sermones fuertes sobre las verdades eternas y las plá­ ticas y doctrinas morales, equivalía a un cursillo intensivo sobre dogma y moral para uso del pueblo. La misión solía durar 15 días, fuera del tiempo de adviento y de cuaresma reservados para la predicación normal, y se desenvolvía en un clima penitencial altamente patético, con cánticos y letrillas, 273

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