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ActividadApostólica como san Francisco, “anuncien los vicios y virtudes, la pena y la gloria con brevedad de sermón”, absténganse del “lenguaje demasiadamente cortado, afectado y compuesto, como no conveniente al desnudo y humilde crucificado, mas usen de palabras desnudas, puras, simples y humildes, pero inflamadas, divinas y llenas de amor de Dios”. 522. Estas matizadas normas denunciaban ya los abusos corrientes en la predicación barroca que había deformado la pura y lineal predicación fijada por el concilio de Trento y adoptada como propia por la Orden capuchina. El predicador capuchino no debía, sin conculcar sus Constituciones, adop tar las normas y las modas de la alta oratoria sagrada, sino mantenerse en la sencillez, diafanidad y fervor, único modo de llegar al alma sencilla del pueblo, menos permeable y atávica mente opuesto a los gustos imperantes en las altas clases socia les e intelectuales. 523. Antes de recibir a los capuchinos, España había ex portado a Italia dos famosos predicadores: el jesuíta Pedro Trigoso de Calatayudj. que vistió el hábito capuchino en las Marcas hacia 1581 y continuó hasta su muerte (1593) siendo orador insigne y formador de predicadores; y el P. Alonso Lobo de Medinasidonia, muerto en esemismo año enBarcelo na donde se había retirado en sus últimos años, después de ha ber pasado de los descalzos a los capuchinos en Italia hacia 1574, y de quien Gregorio XIII tejió el elogio enuna histórica frase: “Francisco Toledo (jesuíta) enseña, Francisco Panigaro- la (observante) deleita, Lobo mueve”. 524. Entre los capuchinos de primera hora en España, en contramos dos célebres predicadores que se sometieron, sin desdoro de su fama, a la sencilla linea de la predicación capu china: el venerable Francisco de Sevilla (+1615), ex-merceda- rio, llamado por sus contemporáneos “el águila de los predica dores”, poseedor de excepcionales dotes oratorias, que adoptó un lenguaje “claro, cuerdo y sinafectación alguna” e introdujo la costumbre de decir al comienzo del sermón “Sea alabado el 271
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