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Cuando los primeros capuchinos pusieron el pie en la Pe nínsula Ibérica, laOrden había superado hacía tiempo laprimi tiva tendencia marcadamente contemplativa, acomodándose a la vida mixta de san Francisco y a las necesidades concretas de la Iglesia, en plena restauración postridentina. Equilibradas la separación del mundo y la presencia en el pueblo, los capu chinos españoles aceptaron como propia cualquier actividad religiosa, apostólica y caritativa, en beneficio de la Iglesia y de la sociedad española, aunque dando la preferencia a la predicación popular, especialidad dé la reforma capuchina y nota característica de su fisonomía dentro de la gran familia franciscana, ya preexistente y poderosa antes de nuestro arribo a laPenínsula. 1. El apostolado de lapredicación. 519. La predicación de la palabra de Dios —medio eficaz, juntamente con los sacramentos, para mantener y aumentar la vida espiritual del pueblo- es la obra gigante que asumió la Orden. Hasta mediado el siglo XVII fue laforma de aposto lado preferida y casi exclusiva de los capuchinos españoles. El predicador capuchino, recorriendo descalzo la variada geogra fía española, ha sido la imagen más popular y predilecta; su austeridad y pobreza, su evangélica e ingenua intransigencia y su espontáneo fervor son los rasgos inconfundibles de la es tampa popular del capuchino, que ha sido clásica hasta tiem pos bien recientes. 520. Algún autor, hablando de la predicación en España durante la segunda mitad del siglo XVIII, hadicho que el con 269
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