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Los Capuchinos en la Península Ibérica apologético demostrando que san Francisco nunca profesó lareglade sanAgustín. 464. Martín de Torrecilla (+ 1709) rebatió las tesis del franciscano Bernardino Inurrigarre en su Apología, impresa hacia 1670 y ampliada en la segunda edición de 1701. Su libro sobre la TOF (Madrid, 1672) fue resumido por Basilio de Teruel en la obra Ramillete de flores del jardín de la Reli­ gión de los hermanos de Penitencia de la Tercera Orden de los Menores (Valencia, 1673?). 465. Pablo de Ecija (+1747) publicó un suscinto compen­ dio de las excelencias de la Orden capuchina; y en 1754 veía la luz otro compendio más extenso, compuesto por Andrés de Lisboa. 466. Por lo que se refiere a lahagiografía de laOrden, cada provincia cuenta con sus propios escritores, que no son del mo­ mento mencionar. Citemos, como muestra, a Isidoro de Sevilla (+ 1750), con las vidas de Pablo de Cádiz, Luis de Oviedo y Francisco de Lorca (cfr. n° 354); o a otros más recientes, como Prudencio de Salvatierra, Gonzalo de Córdoba, etc. 467. El cardenal Vives y Tutó recogió en un volumen muchos documentos pontificios, relacionados con la Orden y publicados en los diversos tomos del.Bulario. Editó asimis­ mo algunas monografías históricas, como los anales de la pro­ vincia de Andalucía, de Nicolás de Córdoba (+1765), la cró­ nica de Ignacio de Cambrils, y otros documentos sobre conven­ tos españoles en la Analecta Ordinis. Mención especial merece su Biografía hispano-capuchina. En este mismo contexto, Ambrosio de Valencina (+1914) escribió la vida de no pocos varones ilustres de la provincia de Andalucía en su Reseña Histórica. 468. En el mismo plan de divulgación de las glorias de la Orden, hemos de recordar las revistas populares de cada pro­ vincia, la primera de las cuales —El Mensajero Seráfico- apa- 242

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