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Vida Religiosa y Espiritualidad número de cofradías en su honor tanto en España (Valencia, Madrid, Cádiz) como en América (Santa Marta y Maracaibo), donde llegó en 1746, bajo el título de Diario de la Purísima. El compromiso fundamental consistía en lograr que no pasara un sólo día del año en que el cofrade, en cada población, no dedi­ cara la jornada a María. Publicó una Carta circular a todos los fieles católicos sobre el culto del misterio de laPurísima Con­ cepción (Valencia, 1742). Para estas congregaciones redactó unas Constituciones que fueron aprobadas por Benedicto XIV en 1750. Su Novenario a la Inmaculada alcanzó incontables ediciones en los siglos XVIII y XIX. Publicaron también obras sobre la Inmaculada, que más adelante se reseñan, Andrés de Montilla (+ 1740) y Félix Andrés de Barcelona (+ 1771). 299. El beato Diego de Cádiz propagó la devoción al In­ maculado Corazón de María, en cuyo honor escribió una no­ vena. 300. En los siglos XVIII y XIX corrió parejas con el en­ tusiasmo por la Inmaculada la devoción a la Virgen bajo la advocación de Divina Pastora. Como es sabido, fue su inicia­ dor y propagador incansable Isidoro de Sevilla (+ 1750), que en 1703 fundó en Sevilla la primera hermandad, seguida de otras muchas en diversas ciudades y hasta en la Corte. La devo­ ción se extendió también en el reino de Nápoles y muy pronto pasó a América. El padre Isidoro publicó tres obras justifican­ do y exponiendo el título de Divina Pastora atribuido a María. Muy pronto el estandarte de la Divina Pastora se convirtió en la enseña de todos los predicadores capuchinos de misio­ nes populares y de los evangelizadores de los indios de Vene­ zuela, donde aun hoy llevan el nombre de “ Divina Pastora” varias de las poblaciones fundadas por nuestros misioneros. 301. Después del Padre Isidoro de Sevilla se distinguieron en su celo por extender la devoción a la Divina Pastora, prin­ cipalmente, Luis de Oviedo (+ 1740), Joaquín de Berga 177

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