BCCCAP00000000000000000000142

Los Capuchinos en la Península Ibérica 224. A través de las páginas de los “Ceremoniales” es difí­ cil formarse una idea del estilo de las relaciones fraternas entre los miembros de la comunidad; se reducen casi exclusivamente a ciertas normas de urbanidad y de buena crianza. El de Valen­ cia, de 1731, contiene un capítulo titulado De la mutua cari­ dad y cortesía entre los religiosos', pero todo él se centra en la cuestión de los títulos, privilegios y exenciones. Es significati­ va la motivación introductoria", extraña a nuestra mentalidad de hoy: “Los príncipes de los apóstoles San Pedro y San Pablo nos ex­ hortan a que nos amemos y honremos; lo que no puede cumplirse si no es dando a cada uno la honra y reverencia según el estado y graduación que en la Iglesia tuviere... Siendo la Religión escuela de perfección, donde más se han de practicar las virtudes evangélicas, a nadie más de cerca pertenece poner en práctica los consejos evan­ gélicos que a los religiosos. No fuera la Religión una república bien ordenada si no hubiera diferentes grados en ella de dignidad y honra... Aunque todos somos hijos de un mismo Padre, hay en la hermandad mayores y menores; es muy justo que éstos honren y respeten a aquéllos según el grado que tuvieren. La honra mayor se debe a los prelados, una menor a los predicadores y sacerdotes, y otra más inferior se deberá a los coristas y religiosos legos...”. 225. Pero no faltan avisos muy evangélicos, aun en esos manuales, sobre la convivencia religiosa, y sobre la caridad y delicadeza que debe usarse con todos, en especial con los en­ fermos. En general no se exageró en los títulos; la provincia de Valencia tenía prohibidos el de su Paternidad y su Reverendí­ sima', todos debían “ tratarse de vuessa Caridad, desde el Padre ministro provincial hasta el novicio” . El tutearse efa conside­ rado villanía. “Guárdense -decía el Ceremonial de Andalu­ c ía - del abominable abuso de hablarse de Tú o de Vos o im­ personalmente, diciendo: mire, tome, haga..., sino mire V.C., tome V.C.... ”. 226. Pero si la vanidad de los títulos no creó problemas especiales, no puede decirse lo mismo de la apetencia de pri­ 142

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz