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1ra CEN TEN ARIO DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROV IN C IA CA PU CH IN A DE AN D ALU C ÍA (1 8 9 8 - 1 9 9 9 ) nada, la puntualidad en los actos de comunidad, la austeridad, la penitencia eran sobrevaloradas y consideradas como notas caracterís ticas del bueno y santo religioso. El P. Ambrosio fue en todo ello modelo y estimuló, con su ejemplo, la santa observancia. Hombre de gran fe y de religiosidad profunda, la Eucaristía era para él el centro de todo su diario quehacer y la fuente de la que dimanaba toda su vida virtuosa. En un alma eucarística no podía faltar el amor a la madre de Dios, por cuyo medio nos vino el autor de la vida. Con sencillez de niño hacía siempre el mes de mayo. En una fiesta de la Virgen quiso morir, gracia que el Señor le concedió. Muchos años después de su muerte aun recordaban en pueblecitos de Valencia su gracia y el fervor con que hablaba de la Divina Pastora. Toda su virtuosa vida podría quedar sintetizada en aquel elogio que hizo de él, tras su muerte, el arzobispo de Sevilla: “Varón eximio formado a la medida del divino Corazón de Jesús”. HOMBRE DE GOBIERNO El P. Ambrosio fue un religioso modelo y espejo de religiosos. Se había hecho capuchino buscando la unión íntima con Dios por medio de la caridad y del amor: “ Nunca -d ic e - me engañaron las riquezas..., jamás me sedujo el brillo del oro ni me llamaron los bienes caducos de la tierra. Jamás me atrajeron las honras ni soñé con las dignidades y desde que le conocí, oh Dios mío, me inspiraron asco las hermosuras terrenas... Fama, renombre, glo ria, celebridad, ¿qué sois? Sombra que pasa, humo que el viento se lleva, murmullo de agua que corre..." (Soliloquios 201). Pasaron las criaturas y llegó la amistad íntima y verdadera con Dios y cual enamorado sólo piensa en su amado. Todas las criaturas le hablan de Él: las fuentes, los ríos, las flores, los bosques nemorosos, los montes, las estrellas... - “con sola su presencia, prendados los dejó de su hermosura”- . Fr. Ambrosio veía en todo sólo a Dios, en esto se parecía a su Padre san Francisco. Las criaturas eran para él peldaños para llegar al creador. ©
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