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1“ CEN TEN ARIO DE LA RESTAURACIÓN DE I.A PROV IN C IA CA PU CH IN A DE AN D ALU C ÍA (1898-1999) máxima perfección, lo mismo que cuando escribía a personas ya reli­ giosas y consagradas, los estimulaba a alcanzar la perfección propia de su estado de religiosos; cuando escribía para las familias y los matrimo­ nios, los alentaba a realizar en sus vidas la santidad propia de un hogar cristiano, o cuando escribía sobre la predicación o las misiones, siem­ pre sus palabras, dentro de su estilo galán y florido, llamaban al ideal del más puro perfeccionismo. Sus escritos tienen siempre el sabor y el sello de lo puramente religioso y franciscano. En sus obras espiritua­ les, el sentimiento y la gracia de estilo, dulcifican la acidez de la doc­ trina. Su pluma eleva y transforma. Hace sentir la bondad de Dios con una intensidad profunda, porque era un hombre de fe, íntegramente religioso. Fue mantenedor de losJuegos Florales de la Buena Prensa. Sus obras han alcanzado numerosas ediciones. Además de las citadas a lo largo de esta biografía, merecen mencionarse: Leyendas edificantes, o Historie­ tas piadosas del peregrino de la capucha (Sevilla, 1898); Retórica elemental, o Lecciones de literatura española (1899); La Salve explicada, que termina­ ría su paisano, también capuchino, P. Luis de Valencina; Murillo y los Capuchinos; Las siete Palabras (1907); Los Capuchinos de Andalucía en la guerra de la Independencia (1908); Poesías religiosas; Discurso en los Juegos Florales de la Buena Prensa en Sevilla (1909); Vida del P. Carabantes (1909); Preparación para el matrimonio, que dejó incompleto por su enfermedad y muerte y gran cantidad de artículos en El Adalid Seráfico y en El Mensajero Seráfico. El P. Valencina fue un eximio literato. Sus obras respiran santidad y dulzura, erudición y buen gusto. CARÁCTER Y VIRTUDES El P. Ambrosio fue un hombre de temple, de fe profunda y de arrai­ gadas convicciones religiosas. Tras su vigorosa figura se escondía un corazón noble, lleno de ternura, de fina delicadeza y de caridad sin