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CAPU CH INO S DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA El P. Ambrosio supo conectar a la nueva Provincia, por él restaurada, con aquel filón de santidad que había dado gloria a la vieja Provincia Bética, llena de varones ilustres como el P. Francisco de Sevilla, P. Agustín de Granada, P. Severo de Lucena, P. Francisco de Jerez, P. Isidoro de Sevilla, P. José de Carabantes, P. Alonso Lobo, B. Diego J. de Cádiz, P. Salvador de Sevilla, P. Vélez, P. Mariano de Sevilla y el P. Esteban de Adoain. El P. Ambrosio, hombre de profunda sabiduría y mejor conocedor de la historia, apenas elegido Provincial de la nueva Provincia de Anda­ lucía, creyó que la restauración del presente comprendía también la del pasado. Se dedicó con ahínco a buscar documentos, a escudriñar en archivos y bibliotecas y sacó del olvido una ingente historia, en siete pequeños volúmenes, por la que desfilan una inmensa galería de apóstoles, confesores, predicadores, escritores, penitentes, misioneros, artistas y santos. Con estilo vivo sacó a la luz numerosas historias y episodios sobre la vida de tantísimos capuchinos, gracias a sus trabajos se conocieron las relaciones entre Murillo y los capuchinos, los episo­ dios de la Independencia y las Misiones de América. Difícil y arriesgada era la empresa pero ahí está la Provincia como una extensión y prolongación de su propia vida y de su misma persona, como fruto de su fe y de su amor profundo, como el mejor logro de todos sus sueños y desvelos, en definitiva, su obra más amada y querida, una provincia que contaba ya entre sus fieles con excelentes frutos de santidad: V. P. Esteban de Adoain, Marcelo de Campillos, Mariano de Azcoitia, Leopoldo de Alpandeire y los mártires de Antequera. FUNDADOR DE EL ADALID SERÁFICO Lo había dotado Dios de las cualidades del verdadero apóstol: ciencia poco común, unida al arte del buen decir, adornada con la gala de una excelente expresión literaria, a través de la cual buscaba siempre el bien de los demás, con estilo galano y florido. ®