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1“ CENTENARIO DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA CAPUCHINA DE ANDALUCÍA (1898-1999) Elena Moreno, o Concepción Márquez. D. Valentín Agrela regaló un hermoso reloj y Da. Antonia Aguado otro más pequeño. También las imágenes, que durante la exclaustración habían sido repartidas por distintas iglesias de la ciudad, comenzaron a devolverse a los capuchi nos. Fue la primera en llegar una imagencita Dolorosa con su urna de madera. Después, por decreto del mismo Prelado, el Sr. cura párroco de San Justo y Pastor, D. Joaquín Urbano, devolvería las imágenes de la Divina Pastora, que iría en procesión solemne y la de N. P. S. Fran cisco, S. Lorenzo de Brindis, S. Fidel de Sigmaringa, S. José de Leonisa y S. Serafín de Montegranario; además cuatro imágenes en lienzo del Bto. Diego, S. Félix de Cantalicio (de gran mérito) y dos ovaladas, una de S. Francisco y otra de S. Francisco de Paula. Todas ellas procedían de la iglesia y sacristía del convento de S. Jerónimo, en donde las había depositado el P. Rafael Ma. de Sevilla. Estas imágenes, debida mente restauradas, fueron expuestas, de nuevo, a la pública venera ción -según dicen las crónicas-, celebrándose, a finales de octubre de 1896, una novena a Ntra Sra. de la Consolación. La comunidad primera fue creciendo, así el 25 de agosto fueron destinados a ella el P. Pedro de Castro y Fr. Sebastián de Lucena. El P. Castro sería el 9 de noviembre trasladado a Sanlúcar como Vicario de aquel convento, sustituyéndole en ésta el P. Salvador de Paradas y en el mes de diciembre llegarían el P. Ramón de Lallosa y el P. Fran cisco de Carear. “Se celebraron -dice el cronista- con gran solemni dad el mes de ánimas, las novenas de Ntra. Sra. de Consolación y las jornaditas desde Nazaret a Belén de los divinos esposos”. Se recoge un hecho insólito en el mes de noviembre, que el cronista considera como presagio de bonanza, por la cercana vuelta de los ca puchinos a su antiguo convento y que relata con estas palabras: “Por este tiempo publican las gentes del barrio haber visto dos veces el tejado de nuestra antigua iglesia cubierto de ciertas aves nunca vistas; con esta persuasión aumenta más su devoción hacia nosotros, juzgando o consi derando la venida de aquellas desconocidas aves como presagio de bonanza para este barrio motivado por nuestra venida a él”.
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