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1“ CENTENARIO DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA CAPUCHINA DE ANDALUCÍA (1898-1999) había servido al Rey, condecorándolo su Majestad con el hábito de Santiago. Este piadoso caballero se ofreció a costear la obra de los capuchinos, encargándole al Sr. Sarreta que los gastos de la obra si­ guiesen a su cuenta. Realizando un viaje a Madrid, D. Jerónimo tuvo un mortal accidente, disponiendo que de su hacienda se sacase todo cuanto se necesitase para acabar la obra del convento, sacándose de sus caudales treinta mil ducados con los que se concluyó la obra. Sus restos fueron sepul­ tados en la Capilla Mayor se la Iglesia y, todos los días del año, según refiere en su crónica el P. Agustín de Granada, se decía en aquella iglesia una misa por su eterno descanso. Se vio también la necesidad de abastecer de agua el convento, la huerta y la obra. Los religiosos suplicaron se les diese de limosna dos o tres reales de agua de la acequia de Alfacar. La ciudad les concedió dos reales de agua, tres días cada semana, y las noches que dicha agua entrase en la ciudad. La iglesia de este convento se dedicó a san Juan Bautista con el re­ nombre de Penitencia y a su inauguración asistió el Cabildo del Sacro Monte. Las fiestas de la Dedicación de la nueva iglesia tuvieron lugar el 2 de agosto de 1614. La misa estuvo presidida por el abad del Sacro Monte, D. Pedro Dávila y el sermón estuvo a cargo de D. Francisco Baraona, catedrático de Prima y asistieron todos los señores Capitula­ res, el Rector y el Colegio. Estando ya en prensa este fascículo, la Universidad de Granada acaba de reeditar en 1999, bajo la dirección de Cristina Viñes Millet un manuscrito de Tomás Antonio Alvarez, que su autor tituló Excelencias de Granada o descripción histórica geográfica de esta ciudad, fechándolo en 1787. Como solía ser habitual entonces, en largo subtítulo aclara su contenido: “Noticia de su fundación, estado antiguo y moderno, con expresión de las parroquias, conventos, hospitales, colegio y demás edificios públicos, con las plazas, puertas, paseos y ríos”. Obra dividida en dos pequeños volúmenes, de los que tan sólo se conserva el prime­ ro, que es el que vuelve a reeditarse.

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