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HISTORIA DE LOS CONVENTOS CAPUCHINOS residencia de El Botánico. Bajo su sabia y prudente dirección la Infan­ ta vendió todo su patrimonio de exhibiciones -joyas, etc.- para cons­ truir y mantener la Casa de Maternidad. Y así, Fray Gonzalo, verso a verso, llegó un 17 de junio de 1975 a la casa del Padre. En el cementerio conventual de Sanlúcar, espera, desde ese día, la Resurrección. Sus versos siguen alimentando la vena poé- tico-mística de jóvenes generaciones. Fray Marcos de Calamonte Había nacido en Calamonte, pueblecito de la provincia de Badajoz, situado al sur del río Guadiana, eminentemente agrícola, donde abun­ dan los cereales y el ganado lanar. Julián Gómez Moreno, como se llamaba, era hijo de Juan y de Ana. Vino al mundo un 19 de marzo de 1866, de la mano del Patriarca San José. Curtido en edad y virtudes, a los 42 años cumplidos, ingresó de capuchino tomando el hábito el 5 de octubre de 1908. Hizo su pro­ fesión simple el 6 de octubre de 1909 y la solemne el 7 de octubre de 1915. La figura de Fray Marcos parece realmente arrancada de la hornacina de escayola de uno de nuestros dorados retablos. Fiel imitador de San Francisco, era un verdadero fraile de “florecillas” que evocaba el fres­ cor del primitivo franciscanismo y la figura de los primeros compañe­ ros del santo. Fue largos años limosnero en el convento de Sevilla donde se hizo popular por su sencillez y afabilidad de trato, granjeándose el afecto de todos. En su oficio de limosnero recorrió los pueblos de Andalucía y Extremadura, dejando en todos ellos el aroma de sus virtudes será­ ficas: pobreza, humildad, sencillez, alegría.

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