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1 “ CENTENARIO DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA CAPUCHINA DE ANDALUCÍA ( 1 898- 1 999) las fábricas, en los tranvías, estaciones del ferrocarril y donde quiera que posaba sus plantas, dejaba una colonia de obreros, a los que él desinteresadamente les había proporcionado un decoroso bienestar’”( Historia del martirio de siete capuchinos, p. 54). Necrologio En el apartado de religiosos célebres hay que destacar al V. P. Severo de Lucena, fundador del convento en 1613, varón santo, dotado del don de profecías, de revelaciones y milagros. Las aves acudían a rezar a coro con él las Horas Canónicas. Murió santamente en Antequera el 10 de enero de 1624. Sus restos descansan, hoy, en la Capilla del Cristo del Perdón, del atrio de este convento. En la vida del convento en su primera etapa, destacó también el V. P. Francisco de Sevilla, religioso mercedario primero y capuchino desde 1602. Recibió la profesión en nuestra Orden de manos del General S. Lorenzo de Brindis y en presencia del santo arzobispo de Valencia, Juan de Ribera. Adornado con el don de ciencia y sabiduría, el don de lenguas y curaciones, así como la gracia de la bilocación. Pasó sus últimos años trabajando en la fundación de nuestra Provincia, ayudan­ do en este trabajo, al V. P. Severo de Lucena en el convento de Gra­ nada, donde a causa de los intensos fríos tuvo que ser trasladado a Antequera, en cuya ciudad y pueblos cercanos, cautivó con su voz y su predicación evangélica. Los trabajos le rindieron. Lleno de méritos murió santamente el 27 de diciembre de 1615. No fue necesario tocar las campanas, la gente de Antequera, atraídos por su fama de santi­ dad, voló hasta el convento para venerar sus restos y procurarse reli­ quias. Sobre su tumba, llovieron los milagros, signos de la santidad de su vida. Uno de los religiosos destacados en la vida de este convento con la vuelta de los Capuchinos a España y a Antequera, fue el P. Luis de Masamagrell, que hizo su profesión perpetua en este convento, y se ordenó de subdiácono en la catedral de Málaga, de manos del enton­ ces obispo Mons. José Pérez, el 15 de junio de 1878. Hombre de Dios,

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