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1 “ CEN TEN ARIO DE LA RESTAURACIÓN DF. LA PROV IN C IA CA PU CH IN A DE AN D ALU CÍA ( 1898 - 1999 ) LOS AÑOS DE LA EXCIAUSTRACLÓN (1834-1877) Muerto Fernando VLL, en L833, estalló la cuestión dinástica entre los partidarios de D. Carlos y Da Isabel. El primero representaba el abso­ lutismo ligado a los intereses religiosos de impronta más tradicional y reaccionaria. La segunda era defendida por el partido liberal, que aspiraba a encuadrar los problemas religiosos de España dentro de la política general del gobierno. Los capuchinos (y no sólo ellos) se decantaron claramente por el carlismo y los ánimos se exaltaron hasta el punto de culminar dicha tensión con lamatanza de frailes de Madrid, el 17 de Julio de 1834. El gobierno empezó a dar órdenes para supri­ mir los conventos situados en despoblado, medida que se completó con la Desamortización de Mendizábal, en 1836. Los conventos capu­ chinos pasaron a los ayuntamientos, para fines sociales de iniciativa pública (escuelas, asilos, hospitales, almacenes municipales), ya que solían ser de patronato municipal. El último de ellos se cerró en 1839, año de la derrota carlista, en la localidad de Cervera, en Cataluña. La Santa Sede creó entonces un Comisariado Apostólico, con un comi­ sario con funciones de delegado pontificio, con las mismas facultades que tenían los generales y los vicarios generales hasta entonces. Este Comisariado Apostólico fue suprimido en 1885. Lx>s comisarios apostó­ licos se ocuparon de que siguiera en vigor la jerarquía normal de la Orden (provinciales, definidores, comisarios provinciales), aunque des­ de el gobierno general de la Orden en Roma se quejaron de algunos comisarios, porque se preocupaban más del mantenimiento de la dis­ ciplina regular de los exclaustrados, que de fundar nuevos conventos. En conjunto se fue fraguando durante estos años una corriente fuerte, en contra de la independencia de los conventos de España, que sería decisiva para el porvenir de la Orden. Como cifras significativas vale la pena reseñar que de los 2.400 capuchinos que había, aproximada­ mente, en España en 1834, al tiempo de la restauración de la Orden, o sea, en 1877, no sumaban más de 500, con lo que no llegaban a ser ni la cuarta parte en sólo 43 años.

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