BCCCAP00000000000000000000141
CA PU CH INO S DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA Recuérdese aquella austerísima pobreza, que resplandecía en su hábi to, el más sencillo; en su porte, en sus viajes, usando la clase más económica, siendo siempre modelo de pobreza y sencillez evangélica. Recuérdese su modestia y compostura, que era verdaderamente edifi cante, así como su mortificación interior y exterior; su obediencia incondicional, estando siempre al lado de sus Superiores; su lealtad y fidelidad a ellos, su apoyo en todas las iniciativas, pidiéndoles hasta última hora que lo ocuparan en las tareas más arduas y difíciles, y sintiendo estar impedido sólo por no poder trabajar a su lado... Re cuérdese su mansedumbre, puesta a prueba durante largos años, su amor al trabajo y a la Orden; su recogimiento, no saliendo a la calle sin verdadera necesidad o para ejercer el ministerio; y, finalmente, las dos virtudes más amadas de los siervos de Dios: su pureza y modestia, y su humildad de corazón, que lo convertían en verdadero discípulo de N. RSan Francisco. Esta es la característica del RPedro de Castro: una virtud y santidad tan genuinamente franciscana, que los mismos seglares al verlo exclamaban: ‘Es un verdadero capuchino’. He ahí su mayor alabanza y el más alto elogio que puede hacerse del llorado Padre...”. “Envolvía a su figura un ambiente de virtud tan medieval, que junto a él nos sentíamos transportados al siglo XIII y conversando con uno de los discípulos de nuestro Seráfico Patriarca”. Fue un religioso de caridad exquisita, siempre estaba rodeado de pobres a los que atendía y se entregaba con verdadera caridad. Era de una profunda vida interior. Largos años fue maestro de novicios, siendo para ellos un verdadero padre, formándolos en el espíritu de la Or den, en la austeridad capuchina, en las devociones franciscanas. Bajo su dirección se formó una larga generación de capuchinos que lo veneraba como a su verdadero padre y maestro. Gozaba viendo a sus alumnos destacar y sobresalir en las letras, en las ciencias y progresar en la vida espiritual. Era austero, obediente, dispuesto siempre a todo lo que el ministerio tiene de más arduo y difícil. “Siendo maestro de novicios en Sevilla,
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz