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CA PU CH INO S DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA Corría el año 1884, el bondadoso de Fr. Bernardo, ayudante del Co legio y limosnero del convento de Antequera, quien en su quehacer de mendicante, buscaba a los niños más piadosos e instruidos para enviarlos a la Escuela Seráfica, junto con la harina, aceite, huevos..., pedía por las calles de Castro del Río, hasta que cierto día se encontró con el niño Pedro Bello, quien manifestó a Fr. Bernardo sus deseos de hacerse fraile: “Yo quiero ser religioso capuchino como Vd.” -le dijo- . Cautivado por la ingenuidad y sencillez del chiquillo, Fr. Bernardo le respondió: “Tu serás religioso, pero serás más que yo, porque yo soy un humilde hermano, y tu serás ministro del Señor”. Palabras proféticas que, con el paso del tiempo, serían toda una rea lidad y que desbordarían incluso los límites de la respuesta del humil de hermano limosnero. El joven Pedro Bello, vistió el hábito capuchino en el convento de Fuen- terrabía el 24 de noviembre de 1886 a los 15 años, convirtiéndose en Fray Pedro de Castro del Río, haciendo su profesión simple el 4 de diciembre de 1887 y la solemne el 8 de diciembre de 1890, cuando, después de la Restauración, España era una sola y única Provincia capuchina. Cursó los estudios sacerdotales en Pamplona, siendo trasladado des pués a Orihuela, donde celebró su primera misa y comenzó a trabajar en la predicación y en las misiones populares por los pueblos de la vega de Valencia al lado del P. Salvador de Paradas que fue su maestro en el campo del apostolado. HOMBRE DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA Restaurada la Provincia, en 1898, por el P. Ambrosio de Valencina, tarea en la que le ayudó incansablemente el P. Pedro de Castro, éste fue nombrado Definidor y Guardián del convento de Sanlúcar. Al cesar como Provincial el P. Ambrosio en 1902, le sucedió el P. Pedro cuando contaba tan sólo 31 años de edad.
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