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P R Ó L O G O i™ ¿ reino de Aragón, cuyo territorio forma en la actualida<i parte de nuestra provincia de Navarra, constituyó por sí solo en el pasado una provincia de la Orden Capuchina, muy importante por el número de conventos y reñgiosos, por la santidad y virtud de sus rñiembros, por la actividad y perse­ verancia de sus misioneros en la conversión de los infieles y por las obras literarias que dieron a luz sus hijos. La exclaustración de los religiosos en España decretada el año 1835 y la desamortización e incautación de sus bienes, llevada a cabo por gobiernos sectarios, fué un golpe mortal asestado a la existencia dos veces secular de la provincia de Aragón, m í como para la vida de las demás provincias reli­ giosas. Los religiosos dispersos por los diferentes pueblos, como ovejas sin pastor, fueron desapareciendo paulatinamente; y cuando empezó en nuestra Patria la restauración de la Orden a últimos del pasado siglo, apenas si sobrevivía algún religioso que otro aragonés, a uno de los cuales, ya octogenario, vimos ingresar en nuestro convento de Pamplona para terminar allí santamente sus días. Un siglo ha transcurrido ya desde este infausto acontecimien­ to, suficiente para interrumpir toda tradición oral de nuestros mayores antepasados con la presente generación, y lo que acaso es aún más sensible, para dificultar grandemente la tradición escrita, a causa de la desaparición de los archivos conventuales, en los que se conservaban los libros y documentos oficiales ?_/) otros escritos en los que se contenía, al menos fragmentaria­ mente la vida e historia de la provincia de Aragón. _ 7 —

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