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capuchino, que entonces era Guardián de Santa Eulalia y me alegré mucho porque le tenía particular devoción por su san­ tidad, y dije: aquí está el P. Guardián que les consolará. Y acercándose el dicho Padre dijo: ¿Qué lloráis? que vuestro hijo duerme. Y diciendo esto nos subimos el dicho P. Guar­ dián, el compañero y yo al aposento donde estaba el hijo muerto cubierto ya el rostro en su cama y dejado por muerto; acercóse a la cama, arrodillóse, hizo un ratito de oración y lue­ go se alzó y descubrió el difunto, quitándole la sábana de en­ cima y dijo: Francisco, en nombre de Jesucristo y de su Ma­ dre benditísima, despierta. Y como el niño no hiciese ningún movimiento, volvióse el sobredicho Padre a mí y dijo, ¡como tiene el sueño profundo! y luego sacó de la manga una imagen de la Santísima Virgen que consigo traía y púsola encima del cuerpo del niño, y con voz más alta volvió a decir: Francis­ co, en nombre de Jesucristo y de su Benditísima Madre, des­ pierta. Y como no hiciera ningún movimiento el niño a estas palabras, volvióse el dicho Fray Lorenzo a mí y díjome: ¡Co­ mo duerme fuertemente! y volvió por tercera vez a decir con voz más alta que las primeras: Francisco, en nombre de Je­ sucristo y de su Madre benditísima despierta. Y en esto em­ pezó el difunto a pestañear y mover los ojos y al fin resucitó de muerte a vida y quedamos todos admirados de tal maravi­ lla. Y los padres y abuelos del niño no podían contener de llo­ rar de puro contento y creimos ser este milagro, porque real­ mente tuvimos todos por muerto al niño V atribuyóse este milagro a la santidad y oración del dicho P. Fray Lorenzo” . Hasta aquí el dicho señor Arcediano. En otra ocasión experimentaron también estos mismos Jaime y Antigua Cors, la virtud milagrosa del santo varón. Te­ nían otro hijo de cánco meses enfermo de tanto peligro, que ya no tomaba el pecho. Recibióle el siervo de Dios en sus bra­ zos y haciéndole la señal de la cruz, al instante lo dejó la ca­ lentura, tomó el pecho y estuvo bueno y, creciendo después en edad, entró en nuestra Orden. A la misma Antigua Cors, estan­ do en cinta le dijo el santo varón que pariría un hijo sin gran­ de trabajo y la encargó que le avisase cuando estuviera de par— 77 —

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